Washington considera que las medidas «no contribuyen a la paz» y pide su revocación, en una clara muestra de respaldo al gobierno israelí
Estados Unidos ha manifestado su enérgica condena a las sanciones impuestas por cinco países aliados —Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Noruega— contra los ministros israelíes Itamar Ben Gvir (Seguridad Nacional) y Bezalel Smotrich (Finanzas), ambos conocidos por sus posturas ultranacionalistas dentro del gabinete del primer ministro Benjamin Netanyahu.
En un comunicado difundido este martes, el Departamento de Estado estadounidense aseguró que dichas sanciones «no impulsan los esfuerzos liderados por Estados Unidos para lograr un alto el fuego, el retorno de todos los rehenes y el fin de la guerra». Washington solicitó la revocación inmediata de las medidas y afirmó su «solidaridad con Israel», subrayando la necesidad de mantener una visión clara sobre quién es «el verdadero enemigo».
Asimismo, la administración estadounidense reiteró su rechazo a cualquier comparación entre el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y el actual gobierno israelí, calificando a la organización palestina como un «grupo terrorista» que ha cometido atrocidades indescriptibles, mantiene rehenes civiles y sigue bloqueando los intentos de estabilización en la Franja de Gaza.
Las sanciones impuestas por las cinco naciones buscan aumentar la presión internacional sobre Netanyahu en medio de la intensificación de la ofensiva militar israelí en Gaza. En un comunicado conjunto, los gobiernos firmantes argumentaron que la medida responde a «la violencia de los colonos incitada por una retórica extremista que promueve el desplazamiento forzado de palestinos y viola los Derechos Humanos», así como al rechazo sistemático de la solución de dos Estados.
En respuesta a las sanciones, el ministro Bezalel Smotrich ha prometido la expansión de nuevos asentamientos en los Territorios Palestinos Ocupados, mientras que Itamar Ben Gvir comparó la decisión del Reino Unido con la política del Libro Blanco británico de 1939, que limitaba la inmigración judía durante el Mandato británico en Palestina, una comparación que ha sido ampliamente criticada por varios sectores diplomáticos.
Este episodio subraya la creciente división entre Estados Unidos y sus principales socios occidentales respecto a la gestión de la guerra en Gaza y el papel del gobierno israelí. Mientras países europeos y del bloque anglosajón endurecen su discurso frente a los elementos más radicales del Ejecutivo de Netanyahu, Washington mantiene su respaldo al liderazgo israelí, aunque insiste en la necesidad de avanzar hacia una solución diplomática al conflicto.
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