Estados Unidos aplaza por tres meses nuevos aranceles globales, pero incrementa sustancialmente los impuestos a productos chinos

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La administración del presidente Donald Trump ha anunciado una suspensión temporal de 90 días en la implementación de nuevos aranceles dirigidos a varios países, como parte de una estrategia comercial revisada. Sin embargo, esta medida no se aplicará a China, que enfrentará un aumento significativo en los gravámenes, elevándose hasta un 125% en ciertos sectores.

De acuerdo con fuentes cercanas a la estrategia económica republicana, la decisión busca otorgar un margen de negociación a naciones aliadas mientras se intensifica la presión económica sobre Pekín. La medida ha sido interpretada como un intento de fortalecer la producción estadounidense y reducir la dependencia de importaciones chinas, especialmente en sectores considerados críticos para la seguridad nacional y el desarrollo tecnológico.

Economistas y analistas internacionales han reaccionado con cautela. Algunos señalan que un incremento de tal magnitud en los aranceles a China podría generar tensiones renovadas en la relación bilateral, con posibles repercusiones en los mercados globales. Otros, en cambio, consideran que esta política podría reforzar la posición negociadora de Estados Unidos en un contexto de creciente competencia geopolítica.

Aún se espera una respuesta oficial por parte del gobierno chino, mientras que otros países beneficiados por la pausa en los aranceles evalúan la posibilidad de nuevos acuerdos comerciales antes del vencimiento del plazo de 90 días.

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