En esta nueva entrega de la telenovela diaria que vivimos los cubanos, el gobierno se empeña en repetir que «Cuba avanza», pero lo único que realmente parece avanzar es el número de apagones y la lista de alimentos desaparecidos del mercado. Mientras los discursos oficiales prometen un «futuro luminoso», la realidad es que estamos avanzando directamente hacia la Edad Media… pero sin castillos, ni dragones, ni nada emocionante. Solo apagones, calor y, de vez en cuando, una ligera esperanza de que mañana la luz dure más de cuatro horas.
El título del capítulo de hoy, «Cuba avanza (Y eso les duele)», se supone que es una especie de pulla a quienes critican al gobierno desde fuera. Claro, porque según el guion oficial, los que están fuera no soportan ver lo bien que nos va a los de adentro. Sí, como si ver a mamá hacer malabares con la libreta de abastecimiento mientras intenta sobrevivir a 40 grados sin electricidad fuera una postal envidiable. ¡No te rías! Que al parecer la tragedia ajena es fuente de orgullo patriótico para algunos.
En esta versión moderna del «sálvese quien pueda», los apagones se han convertido en un compañero de vida. «¿Apagón de nuevo? ¡Qué sorpresa!», dijo nadie nunca. Aquí ya estamos tan acostumbrados a la oscuridad que el próximo paso lógico es convertir los apagones en un deporte nacional. Los cubanos ahora no solo competimos por ver quién se lleva el último paquete de salchichas (esas mismas que son un misterio de la ciencia porque nadie sabe de qué están hechas), sino también por ver quién sobrevive a más horas sin electricidad. Si esto no es un capítulo digno de Survivor: La Habana, no sé qué lo es.
Pero el verdadero show comienza con la escasez de alimentos. Antes, cuando te decían que ibas a “hacer la compra”, al menos podías esperar encontrar algo en las tiendas. Ahora, lo único que consigues es un ejercicio de paciencia budista y un paquete de galletas de soda. Eso sí, si tienes suerte. La dieta cubana ha evolucionado al punto de que debería tener su propio documental: «La Evolución de la Escasez: del Pollo a la Soya (y Más Allá)». Pronto, nuestras cenas serán una mezcla de imaginación y resignación: «Hoy cenamos… aire frito».
Claro, el gobierno sigue «avanzando». Avanzan tan rápido que se han desconectado por completo de la realidad. Mientras el cubano común se las ve negras para conseguir un pedazo de carne (o al menos algo que se le parezca), nuestros líderes siguen convencidos de que todo es culpa del «bloqueo». Porque claro, el bloqueo tiene la culpa de que no haya papas, huevos, ni siquiera un mísero tomate decente. Pero eso sí, la burocracia avanza a pasos agigantados: ¡intenta hacer un trámite y verás qué rápido te devuelven por «falta de sistema»!
La sanidad pública, que en algún momento fue el orgullo de la revolución, hoy parece más bien una película de terror. Entrar a un hospital es un deporte extremo. Si logras salir con el diagnóstico correcto y sin haber atrapado una nueva enfermedad, considérate afortunado. Lo más probable es que, con un poco de suerte, te receten algo que «tal vez» haya en la farmacia. Y si no hay, pues a hacer la ronda de amigos y familiares, porque aquí hasta las medicinas se consiguen en cola (si no es que las tienes que traer del extranjero). El capítulo de «Salud Revolucionaria» da para una serie aparte.
Y mientras el gobierno habla de cómo «les duele» que Cuba siga avanzando, los que realmente están sufriendo son los cubanos que, desde fuera, ven cómo sus familiares en la isla sobreviven de milagro en milagro. El verdadero dolor no es ver cómo «avanza» el país, sino cómo sus seres queridos se consumen en la desesperación diaria. Hacer una videollamada es toda una aventura. Primero, porque nunca sabes cuándo se va a cortar la conexión. Segundo, porque ver a tu familia perder peso de forma alarmante por la falta de alimentos no es precisamente un motivo de alegría.
Y ni hablemos de la inflación. Los precios en Cuba avanzan tan rápido que podríamos considerarlos parte de la carrera por el desarrollo. Solo que en lugar de ganar, nos están llevando directito a la ruina. Comprar un litro de aceite es como adquirir acciones en Wall Street: hoy puede valer 100 pesos, mañana quién sabe. ¡El petróleo debería aprender de los precios cubanos a cómo fluctuar con tanto estilo!
En resumen, «Cuba avanza», pero los cubanos estamos atrapados en una espiral de apagones, colas interminables y un gobierno más desconectado de la realidad que el WiFi en el malecón. Y mientras tanto, aquellos que están fuera de la isla lloran impotentes al ver cómo sus seres queridos se consumen en esta tragicomedia nacional. ¿Qué será lo próximo? ¿Que anuncien un «avance» en la producción de velas para sobrevivir a los apagones? Con un poco de humor y una dosis de sarcasmo, seguimos adelante, o al menos lo intentamos, mientras el país «avanza» al ritmo de una banda sonora que ya ni siquiera nos da risa.
Final de episodio. Spoiler alert: el próximo capítulo también es un apagón.