El gobierno de los Estados Unidos ha anunciado la extensión del embargo sobre Cuba hasta el 14 de septiembre de 2025, bajo la Ley de Comercio con el Enemigo. La decisión, firmada por el presidente Joe Biden, fue comunicada al Departamento de Estado y publicada en el Registro Federal. Este embargo, que ha estado en vigor durante décadas, sigue siendo un eje central de la política estadounidense hacia la isla.
Biden explicó que la medida es “de interés nacional para los Estados Unidos”, y está basada en una normativa que data de 1917, la cual otorga al presidente el poder de restringir el comercio con naciones consideradas hostiles. Las Regulaciones de Control de Activos Cubanos, implementadas en 1963, surgieron bajo este marco legal, el cual ha sido aplicado a otros países, como Corea del Norte y Vietnam, en momentos críticos.
A lo largo de los años, el embargo ha sido señalado por las autoridades cubanas como uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico del país. Sin embargo, esta narrativa ha sido ampliamente criticada tanto dentro como fuera de la isla. La constante crisis económica y las repetidas dificultades que enfrenta la población cubana son, según numerosos analistas y políticos, el resultado de décadas de mala gestión y políticas económicas ineficaces que no han sido corregidas.
El senador cubanoamericano Marco Rubio ha sido uno de los críticos más vocales de la justificación del embargo como la raíz de los problemas económicos en Cuba. En una reciente declaración, Rubio subrayó que no existe un embargo sobre alimentos y productos básicos, recordando que el año pasado, Cuba importó más de 300 millones de dólares en dichos bienes desde Estados Unidos.
A pesar de esto, la realidad es que los efectos del embargo se sienten con fuerza en el pueblo cubano, que continúa enfrentando serias dificultades en su vida diaria. Mientras tanto, el gobierno cubano sigue empleando el embargo como un argumento central para explicar la escasez, sin abordar de manera efectiva las fallas internas en su modelo económico.
Las protestas que han surgido en la isla en los últimos años son un reflejo claro del creciente descontento social. Los cubanos, cansados de la falta de progreso, exigen cambios que aborden las profundas necesidades del país. La prolongación del embargo hasta 2025 parece mantener vigente un conflicto económico y político que, más allá de los intercambios comerciales, pone de relieve una lucha interna en Cuba por soluciones que no dependen únicamente de factores externos, sino de decisiones internas que aún no se han materializado.