Queridos cubanos, dentro y fuera de nuestra amada isla:
La Navidad llega nuevamente a nuestros corazones, trayendo consigo una oportunidad invaluable para reflexionar, sanar y mirar al futuro con esperanza. Es un tiempo de unión, de amor y, sobre todo, de reconciliación. Hoy más que nunca, necesitamos abrazarnos como hermanos y recordarnos que un mundo mejor no solo es posible, sino que comienza con nosotros mismos.
Cuba, nuestra tierra, ha enfrentado incontables desafíos. Hemos sufrido separaciones, malentendidos y heridas que a veces parecen insuperables. Sin embargo, también hemos demostrado que somos un pueblo resiliente, con un espíritu indomable y un profundo amor por nuestras raíces. Ahora es el momento de dejar a un lado las divisiones y reencontrarnos con lo que realmente nos une: nuestra identidad, nuestros valores y nuestro deseo común de un futuro lleno de paz y bienestar.
Esta Navidad, hagamos un llamado al perdón. Perdonemos no solo a quienes nos han lastimado, sino también a nosotros mismos por los errores del pasado. El perdón no significa olvidar, sino liberar nuestras almas del peso del rencor, para avanzar con mayor ligereza hacia un mañana más luminoso. El abrazo sincero entre hermanos no es un signo de debilidad, sino de la valentía que se necesita para superar el dolor.
A todos los cubanos, desde los campos hasta las ciudades, desde los que han construido su vida en la diáspora hasta quienes permanecen en nuestra isla, les decimos: este es el momento de mirar al otro con empatía, de tender la mano y de trabajar juntos para construir la Cuba que soñamos. Una Cuba donde el amor sea la base de nuestras acciones, donde podamos hablar con respeto, donde la familia sea sagrada y la comunidad sea nuestra fuerza.
No dejemos que las diferencias nos definan. Recordemos que, al final del día, somos un solo pueblo, una sola nación. Todos compartimos la misma historia, las mismas tradiciones y ese orgullo que nos hace ser cubanos, sin importar dónde estemos. Soñar con un mundo mejor no es un acto de ingenuidad, es un acto de fe. Fe en que nuestras pequeñas acciones de amor y reconciliación pueden transformar la realidad que nos rodea.
Esta Navidad, hagamos el compromiso de empezar a sanar nuestras relaciones, de abrazarnos con el corazón y de sembrar en cada rincón de nuestra Cuba la semilla de la esperanza. Que el 2025 sea un año de nuevos comienzos, donde el amor, la solidaridad y la paz sean las estrellas que guíen nuestro camino.
A todos los cubanos, les deseamos una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo. Que el amor nos una y la esperanza nos impulse. ¡Abrazos desde lo más profundo de nuestros corazones!