El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encara el otoño con una agenda cargada de movimientos políticos que consolidan su dominio en Washington y elevan la tensión con sus adversarios, mientras los demócratas intentan reagruparse para enfrentar una estrategia que combina acciones internas y maniobras internacionales.
Según informa CNN, Trump se muestra decidido a ejercer un poder sin restricciones, recurriendo a la Guardia Nacional en ciudades gobernadas por demócratas, acelerando deportaciones masivas y enfrentándose a instituciones federales. La reciente destitución de científicos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ha desatado críticas sobre el alcance de sus facultades ejecutivas.
En el plano internacional, el mandatario reclama el Premio Nobel de la Paz, pese a no haber conseguido frenar los conflictos en Ucrania y Gaza, mientras mantiene una guerra comercial que ha tensado las relaciones globales y empujado a países como India hacia una mayor cooperación con China. No obstante, un tribunal de apelaciones acaba de declarar ilegales sus aranceles, un revés para su política económica.
Trump también ha redoblado esfuerzos en el terreno simbólico, impulsando remodelaciones en la Casa Blanca y proyectando un nuevo salón de baile, mientras utiliza sus publicaciones en redes sociales para atacar a opositores y marcar la agenda pública.
Los demócratas, tras meses de desgaste, empiezan a mostrar señales de recuperación. Figuras como Gavin Newsom, gobernador de California, y J.B. Pritzker, de Illinois, han elevado el tono contra la Casa Blanca. Sin embargo, los analistas advierten que la estrategia de línea dura de Trump podría obligar a la oposición a una resistencia que él utilizaría para acusarlos de “blandos con la delincuencia”.
En paralelo, la amenaza de un cierre gubernamental planea sobre Washington. Trump exige la aprobación de su proyecto de gasto sin concesiones, mientras los líderes demócratas Chuck Schumer y Hakeem Jeffries piden alternativas frente a lo que califican como una “crisis sanitaria creciente”. La confrontación, sin embargo, podría dejar a los demócratas atrapados entre la presión de sus votantes y el control republicano en el Congreso.
Otro foco de atención es la saga de Jeffrey Epstein, que resurge con exigencias de publicación de archivos y acusaciones de un uso político del Departamento de Justicia. Legisladores de ambos partidos han convocado a víctimas para pedir transparencia, lo que amenaza con fracturar incluso la base republicana.
De cara a las elecciones de medio término, Trump busca fortalecer la posición republicana con una redistribución de distritos en Texas y un decreto para restringir el voto por correo, medidas que expertos consideran inconstitucionales pero que podrían servir como argumento para cuestionar los resultados de 2026.
En el ámbito internacional, el presidente mantiene una relación ambivalente con Vladimir Putin, frustrado por la falta de avances en Ucrania, al tiempo que aumenta la presión sobre Venezuela y mantiene un pulso económico con China, cuyo liderazgo global crece con alianzas estratégicas junto a Rusia e India.
El panorama apunta a un otoño de alta tensión política, con Trump decidido a marcar el ritmo de la agenda nacional e internacional, y unos demócratas obligados a redefinir su estrategia si quieren recuperar relevancia de cara a las elecciones venideras.
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