En el contexto de su campaña electoral en Estados Unidos, el expresidente Donald Trump volvió a expresar con firmeza una serie de demandas específicas hacia el gobierno cubano, estableciendo estas condiciones como esenciales para cualquier mejora en las relaciones entre Washington y La Habana. Durante su discurso, Trump subrayó tres exigencias que considera fundamentales para que Cuba resuelva lo que describió como «problemas» en su país, los cuales han sido objeto de crítica durante su administración y también en el transcurso de su carrera política.
La primera de estas demandas se centra en la liberación inmediata y sin condiciones de todos los presos políticos en la isla. Trump reiteró que este es un aspecto irrenunciable y que Estados Unidos no debe aceptar ningún tipo de concesión o reticencia en este punto. Para el exmandatario, la liberación de los detenidos políticos representa un gesto de buena voluntad y un compromiso con los derechos humanos, que considera imprescindible para avanzar en un diálogo auténtico y abierto entre ambas naciones.
Como segunda medida, Trump solicitó que el gobierno cubano convoque a elecciones libres, con participación de diferentes partidos políticos y bajo la supervisión de observadores internacionales. De acuerdo con su visión, la implementación de un sistema electoral multipartidista y transparente en Cuba es fundamental para que el pueblo cubano pueda elegir su futuro de manera autónoma y sin interferencias. Trump recalcó que esta condición es clave para garantizar un cambio genuino en la estructura política de la isla, que permita una apertura democrática en el sistema.
Finalmente, el exmandatario hizo énfasis en que Cuba debería cesar la práctica de «exportar su revolución» a otras naciones, particularmente en América Latina, una estrategia que, según él, ha contribuido a la propagación de inestabilidad y conflictos en la región. Trump criticó lo que describió como una «revolución fallida» y aseguró que esta influencia en otros países ha sido un obstáculo para el progreso y la seguridad en el hemisferio occidental.
Estas demandas no son nuevas en la postura del expresidente, quien en diversas ocasiones ha señalado que una Cuba democrática y abierta es clave para el fortalecimiento de la seguridad y la estabilidad en la región. Durante su tiempo en la Casa Blanca, Trump endureció las políticas hacia la isla, imponiendo restricciones que revirtieron el acercamiento iniciado en años anteriores.
A medida que Trump avanza en su campaña electoral, el tema de Cuba continúa ocupando un lugar central en su agenda, un aspecto que ha resonado con sectores de votantes en Estados Unidos que simpatizan con una política más dura hacia el gobierno cubano. Sus declaraciones envían un mensaje de firmeza y dejan claro que, en su visión, cualquier cambio en la política hacia Cuba dependerá de que el gobierno de la isla adopte reformas significativas que permitan una apertura democrática y una mayor libertad para su población.