En un día marcado por la conmemoración del 250º aniversario del Ejército de Estados Unidos, el presidente Donald Trump celebró también su 79º cumpleaños con un desfile militar sin precedentes en el National Mall, un evento que ha provocado una intensa controversia política y movilizaciones ciudadanas en todo el país.
El desfile, que dio inicio a las 6:30 p.m. hora local, reunió a más de 7.000 efectivos, junto con 128 vehículos militares, 49 aeronaves y una unidad ecuestre compuesta por 25 caballos. Con un costo estimado de entre 25 y 45 millones de dólares, la ceremonia fue presentada oficialmente como un homenaje a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, su coincidencia con el cumpleaños del mandatario y el despliegue militar sin contexto de conflicto o aniversario bélico relevante ha generado acusaciones de personalismo político y de imitación de modelos autoritarios.
Críticas dentro y fuera del Congreso
Desde sectores políticos moderados hasta agrupaciones progresistas, las críticas no se hicieron esperar. El senador Rand Paul expresó su preocupación por el simbolismo del evento: “No creo que sea la mejor idea. En el pasado, nos diferenciábamos de países como la Unión Soviética o Corea del Norte. Estábamos orgullosos de no hacer este tipo de cosas”.
El colectivo «No Kings», una coalición de movimientos cívicos, organizó miles de protestas simultáneas en ciudades como Chicago, Portland, Miami y San Antonio, bajo el lema que da nombre a su campaña: “No Kings”(“Sin Reyes”), en clara referencia a lo que califican como una deriva autoritaria en el ejercicio presidencial de Trump.
Joel Payne, portavoz de MoveOn, calificó el desfile como “innecesario, costoso y perjudicial para la imagen democrática de Estados Unidos”, y cuestionó el mensaje internacional que proyecta: “No somos ese tipo de nación”.
Seguridad reforzada y tensiones en aumento
Las tensiones se elevaron tras declaraciones de Trump advirtiendo que “cualquier protesta será enfrentada con mucha fuerza”, sin hacer distinción entre manifestaciones pacíficas o actos de violencia. Aunque la Casa Blanca intentó matizar sus palabras a través de la portavoz Karoline Leavitt, el clima de desconfianza creció tras el despliegue reciente de tropas en Los Ángeles durante manifestaciones contra las redadas migratorias del ICE.
A pesar de la retórica agresiva, el FBI y la Policía Metropolitana confirmaron que no existían amenazas creíbles contra el desfile. No obstante, las medidas de seguridad fueron visiblemente intensas, con vallas metálicas, cierres de calles, edificios oficiales resguardados y un despliegue policial significativo en toda la capital.
Una capital dividida
En redes sociales, la polarización se acentuó. Usuarios como @DoliaEstevez describieron a Washington como una ciudad “fortificada”, mientras seguidores del presidente, como @eduardomenoni, aplaudieron el acto como “un homenaje a la historia y los veteranos”. Esta dualidad refleja un país que, a medida que se acercan las elecciones de noviembre, se muestra cada vez más fracturado en torno a la figura de Trump y el uso de símbolos patrióticos con fines políticos.
Agenda oficial y clima adverso
Las celebraciones del día incluyeron un festival desde las 9:30 a.m., una ceremonia de ofrenda floral en el Cementerio Nacional de Arlington y un espectáculo de fuegos artificiales programado para cerrar la jornada. No obstante, el mal tiempo y las amenazas de tormentas vespertinas pusieron en riesgo parte del programa.
Aunque desde el gobierno se insiste en que el evento fue programado en honor al Día de la Bandera, la simultaneidad con el cumpleaños de Trump y la magnitud del despliegue militar han reforzado la percepción pública de un evento con tintes políticos más que institucionales.
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