La administración del presidente Donald Trump ha autorizado a la petrolera estadounidense Chevron a retomar sus operaciones de extracción en Venezuela, luego de alcanzar un acuerdo que incluyó la liberación de diez ciudadanos estadounidenses que permanecían detenidos en el país sudamericano.
De acuerdo con información revelada por The Wall Street Journal, el permiso otorgado a Chevron forma parte de una estrategia más amplia de la Casa Blanca para contrarrestar la creciente influencia de China y Rusia en América Latina, particularmente en sectores estratégicos como el energético. La negociación, según fuentes conocedoras del proceso, estableció que ningún impuesto o regalía derivada de estas operaciones podrá beneficiar directamente al gobierno venezolano, aunque aún no se han dado detalles sobre los mecanismos para garantizarlo.
Esta decisión representa un cambio importante en la política exterior del actual gobierno hacia Caracas. A comienzos de año, la administración Trump había revocado la licencia que el gobierno anterior de Joe Biden había concedido a Chevron para operar en Venezuela. La nueva autorización supone un giro en esa postura y se enmarca en un contexto de tensiones diplomáticas y reajustes estratégicos en la región.
El portavoz de la compañía, Bill Turenne, declaró al WSJ que Chevron mantiene su compromiso de operar “en cumplimiento con las leyes y regulaciones aplicables, así como con los marcos de sanciones establecidos por el gobierno de Estados Unidos, incluso en Venezuela”.
El anuncio de la reactivación de las operaciones de Chevron tuvo un impacto inmediato en los mercados financieros. Las acciones de la empresa subieron un 1% en la jornada del miércoles, impulsadas por la expectativa de nuevos ingresos desde uno de los países con mayores reservas petroleras del mundo.
Más allá de su impacto económico, esta decisión es también un mensaje político. Washington busca frenar el avance de alianzas estratégicas entre Venezuela y potencias rivales como China y Rusia, y recuperar espacios de influencia en América Latina a través de actores del sector privado.
Por el momento, el gobierno de Nicolás Maduro no ha emitido ninguna declaración oficial sobre el acuerdo alcanzado ni sobre el regreso de Chevron. Tampoco se ha precisado si esta apertura beneficiará a otras compañías energéticas estadounidenses, o si se trata de una excepción vinculada exclusivamente al reciente canje de prisioneros.
El regreso de Chevron a territorio venezolano marca un nuevo capítulo en la compleja relación entre ambos países. A pesar de las tensiones políticas y económicas, el petróleo vuelve a ser un puente —aunque frágil— entre Caracas y Washington, en una región donde la geopolítica energética sigue determinando el rumbo de las decisiones diplomáticas.
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