El potente sismo ha sacudido el corazón de Myanmar, dejando un reguero de destrucción en varias regiones del país y provocando pánico hasta en la capital tailandesa, donde un edificio en construcción colapsó con decenas de personas en su interior.
Un devastador terremoto de magnitud 7,7 sacudió el noroeste de Myanmar en la mañana del viernes, dejando al menos 40 personas fallecidas y desatando una serie de consecuencias aún difíciles de cuantificar. El epicentro del movimiento telúrico se localizó a poco más de 17 kilómetros de la ciudad de Mandalay, el segundo núcleo urbano más importante del país con una población de aproximadamente 1,5 millones de habitantes.
El temblor, seguido por una potente réplica de magnitud 6,4 minutos después, provocó el colapso de numerosos edificios en varias regiones, incluyendo estructuras religiosas, hospitales y puentes clave para la comunicación terrestre. Según reporta Europa Press, las autoridades birmanas han decretado el estado de emergencia en al menos seis regiones, incluyendo Mandalay, Sagaing y la capital administrativa Naipyidó, donde el impacto del sismo ha sido particularmente severo.
Entre las tragedias más significativas destaca el derrumbe de la mezquita Shwe Pho Shein en Mandalay, en plena oración del viernes, que dejó al menos 20 muertos. También se ha confirmado el colapso de un hospital en Naipyidó, con una cifra preliminar de 20 víctimas mortales. Las operaciones de rescate continúan en medio de condiciones adversas y comunicaciones inestables.
La Junta Militar, que gobierna Myanmar desde el golpe de Estado de 2021, ha prometido investigar rápidamente la situación, intensificar las labores de rescate y coordinar la distribución de ayuda humanitaria. Sin embargo, la magnitud del desastre y el frágil estado de la infraestructura nacional representan un desafío abrumador. Varias agencias humanitarias, incluida la Cruz Roja Internacional, han expresado su preocupación por la estabilidad de grandes presas, así como por los puentes y vías terrestres que han quedado inutilizables.
Una de las infraestructuras más críticas afectadas ha sido el puente principal que une Mandalay con Sagaing, cuya destrucción interrumpe una arteria esencial para el transporte de personas y suministros. Marie Manrique, coordinadora de programas de la Federación Internacional de la Cruz Roja en Myanmar, ha advertido que el colapso de esta infraestructura representa un “reto logístico de primer orden” para alcanzar a comunidades remotas afectadas por el desastre.
El temblor también ha tenido consecuencias significativas en el vecino país de Tailandia. En Bangkok, capital del país, se reportó el derrumbe de un rascacielos en construcción que ha dejado al menos tres fallecidos confirmados y unas 81 personas atrapadas bajo los escombros. El viceprimer ministro tailandés, Phumtham Wechayachai, aseguró que se están realizando labores de rescate intensivas y que la situación, aunque crítica, está bajo control. Más de 160 llamadas de emergencia relacionadas con daños estructurales fueron registradas en la ciudad tras el sismo.
El gobernador de Bangkok, Chadchart Sittipunt, ha pedido a la población mantener la calma ante la posibilidad de nuevas réplicas, mientras los servicios de inspección evalúan el estado de numerosos edificios dañados. Aunque las autoridades no han decretado un estado de emergencia, se mantienen en alerta máxima.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha confirmado que el sismo se produjo a una profundidad de apenas 10 kilómetros, lo que explica la intensidad con la que fue percibido en la superficie y su capacidad destructiva.
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar. Francia e India han ofrecido asistencia inmediata a Myanmar y Tailandia. El ministro de Exteriores francés, Jean-Noel Barrot, anunció la evacuación preventiva de escuelas y sedes diplomáticas en la región. Por su parte, el primer ministro indio, Narendra Modi, expresó su solidaridad con los países afectados y puso a disposición recursos y equipos de emergencia para colaborar en las tareas de rescate.
El terremoto ha vuelto a poner en evidencia la vulnerabilidad estructural de Myanmar y la fragilidad de los sistemas de respuesta ante catástrofes naturales en regiones en conflicto o con infraestructuras deficientes. A medida que se actualiza el balance de víctimas y se despejan los escombros, el país enfrenta una tarea monumental de reconstrucción, en medio de un complejo panorama político y humanitario.
Las próximas horas serán decisivas para establecer el alcance total de la tragedia y coordinar una respuesta internacional adecuada. Mientras tanto, la población de Myanmar y Tailandia lidia con las secuelas físicas y emocionales de un evento que ha puesto a prueba la resistencia de millones.