Mientras los principales índices bursátiles de Estados Unidos se mantienen cerca de máximos históricos, el mercado de bonos comienza a enviar señales de preocupación sobre la salud de la economía estadounidense. La creciente demanda de bonos del Tesoro refleja el interés de los inversionistas en refugios seguros, en un contexto marcado por un mercado laboral más débil de lo previsto y la expectativa de un recorte inminente de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed).
Los últimos datos del Departamento de Trabajo confirmaron un repunte en las solicitudes de subsidio por desempleo, el más alto en más de un año. A esto se suma una corrección estadística que reveló que entre marzo de 2023 y marzo de 2024 se crearon 911.000 empleos menos de lo estimado inicialmente. Con la tasa de desempleo en 4,3 %, la más elevada desde 2021, el mercado laboral aparece más frágil de lo que se creía.
Ante este panorama, los rendimientos de los bonos del Tesoro registraron fuertes caídas: los títulos a dos años tocaron su nivel más bajo desde 2022, y los de 10 años cayeron por debajo del 4 %, un mínimo no visto desde abril, cuando la administración de Donald Trump anunció un agresivo plan de aranceles que generó temor de una desaceleración.
Expertos advierten que una reducción demasiado rápida en los rendimientos puede tener efectos mixtos: si bien abarata hipotecas y préstamos, también refleja que los mercados prevén una pérdida de dinamismo económico. “El mercado de bonos reconoce que la creación de empleo, un motor poderoso de la economía de EE.UU., se está desacelerando”, explicó Chip Hughey, analista de Truist Advisory Services.
La Reserva Federal, que mantiene su tasa de referencia estable desde diciembre, enfrenta ahora un delicado equilibrio: por un lado, debe responder al enfriamiento del mercado laboral; por otro, contener una inflación que aún supera su meta del 2 %. En agosto, la inflación subyacente (sin alimentos ni energía) se situó en 3,1 % interanual, evidenciando que las presiones inflacionarias persisten.
Las apuestas de los mercados son contundentes: los operadores asignan un 96 % de probabilidad a un recorte de un cuarto de punto en la reunión de esta semana. Los grandes bancos ya ajustaron sus previsiones: Deutsche Bank anticipa tres recortes antes de fin de año, mientras Bank of America proyecta al menos dos.
En paralelo, el consumo interno mantiene cierto optimismo en los indicadores: el gasto de los hogares subió un 0,5 % entre junio y julio, un factor que sigue sosteniendo el crecimiento. Sin embargo, los analistas advierten que este sostén podría debilitarse si las presiones sobre el empleo y los ingresos se intensifican en los próximos meses.
La Fed se encuentra, por tanto, en el centro de la tensión: decidir si prioriza la defensa del empleo frente al riesgo de recesión o si continúa concentrada en la batalla contra una inflación que aún no cede lo suficiente. El mercado de bonos ya ha dado su veredicto: se avecinan tiempos de cautela y ajustes para la economía estadounidense.
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