Vance Luther Boelter, de 57 años, se ha convertido en el centro de una de las investigaciones más graves por violencia política en la historia reciente de Estados Unidos. Exmilitar, misionero evangélico y experto en seguridad privada, Boelter es el principal sospechoso del asesinato de la congresista estatal Melissa Hortman y su esposo, y del ataque armado que dejó gravemente herido al senador John Hoffman y a su esposa, en dos hechos perpetrados el pasado domingo en Minnesota.
Vestido como agente de policía, con el rostro cubierto por una máscara de látex y armado con un rifle de precisión, Boelter irrumpió en los domicilios de ambas víctimas en lo que el FBI ha calificado como un ataque políticamente motivado, cuidadosamente planificado y ejecutado con entrenamiento militar.
Nacido en Green Isle, Minnesota, Boelter trabajaba como director de operaciones en la empresa Praetorian Guard Security Services, dedicada a la vigilancia táctica. También había trabajado en el sector funerario y de distribución de alimentos, y era padre de cinco hijos. En 2019, fue designado miembro de la Junta de Desarrollo de la Fuerza Laboral del Gobernador de Minnesota. Con formación castrense, había participado en operaciones de seguridad en África, Medio Oriente y Europa del Este, según su propio testimonio en redes y sermones religiosos.
Sin embargo, detrás de su vida profesional se ocultaba una ideología cada vez más radicalizada. En sermones grabados, Boelter criticaba abiertamente a la comunidad LGTBQ y hablaba de una “decadencia moral” en Estados Unidos. Según confesó uno de sus compañeros de vivienda a las autoridades, en los últimos años Boelter se había transformado en un «trumpista acérrimo y ultranacionalista», con un discurso cada vez más hostil hacia el progresismo, la inmigración y las políticas sociales impulsadas por legisladores demócratas.
Durante el atentado, Boelter portaba un manifiesto que incluía una lista de objetivos, entre ellos legisladores que apoyan el derecho al aborto. Además, habría dejado un mensaje final a un conocido: “Los quiero, tomé algunas decisiones. Estaré ausente por un tiempo. Quizás muera pronto.”
Las autoridades creen que Boelter planeó cada detalle del ataque, utilizando una camioneta equipada con luces policiales, equipo táctico, y aprovechando su formación militar para evadir los controles de seguridad. Tras el tiroteo, logró escapar y sigue prófugo, mientras el FBI coordina una búsqueda nacional intensiva.
La congresista Melissa Hortman, de 55 años, presidenta de la Cámara de Representantes de Minnesota, fue asesinada junto a su esposo en su vivienda. El senador Hoffman, también del Partido Demócrata, se encuentra en estado grave junto con su esposa. Ambos fueron atacados en su domicilio con múltiples disparos.
El gobernador de Minnesota, Tim Walz, afirmó que se trata de un atentado con motivaciones políticas. “No se trata solo de un crimen: esto fue un ataque directo contra nuestra democracia”, dijo, al tiempo que ordenó ondear las banderas a media asta en todo el estado.
Boelter, que viajó como misionero a África y participó en entrenamientos de seguridad en zonas de guerra, representa el rostro más temido de la radicalización doméstica: el individuo que, desde la aparente normalidad, acumula odio ideológico hasta estallar en violencia.
En un país que vive una escalada de polarización política y extremismo armado, el caso de Vance Boelter reabre el debate sobre el control de armas, el discurso de odio, y los peligros de la radicalización de individuos con entrenamiento militar y convicciones extremas.
#VanceBoelter #MelissaHortman #ViolenciaPolítica #Trumpismo #ExtremismoDoméstico #TerrorismoInterno #Minnesota #ÚltimaHora #DemocraciaEnRiesgo