El panorama en las colas de los cajeros automáticos de Cienfuegos y otras regiones del país es cada vez más desalentador. Largas filas de ciudadanos, incluidos mujeres con niños en brazos y personas con movilidad reducida, se forman desde la madrugada con la esperanza de extraer dinero en efectivo, solo para enfrentarse, una y otra vez, a cajeros vacíos o averiados. La población se desespera, pero el gobierno parece estar lejos de ofrecer una solución efectiva a esta problemática que afecta de manera directa el día a día de los cubanos.
La realidad es que, con la creciente digitalización de los pagos y la implementación de tarjetas electrónicas para el cobro de salarios y pensiones, el acceso al dinero físico sigue siendo una necesidad imperiosa para la mayoría. Sin embargo, los cajeros automáticos operan con una limitada disponibilidad de efectivo, que rara vez alcanza para cubrir la alta demanda. Esto genera una frustración palpable en la población, que no solo debe lidiar con la falta de efectivo, sino también con los “coleros” y otros problemas organizativos en las filas.
La inacción frente al caos
La situación no es nueva, y los ciudadanos llevan meses, incluso años, enfrentando estos mismos problemas. Sin embargo, el panorama ha empeorado con la reciente implementación de medidas que buscan fomentar la bancarización. Estas medidas, aunque bien intencionadas, no han ido acompañadas de un fortalecimiento del sistema bancario ni de una mejora en la operatividad de los cajeros automáticos. En lugar de soluciones, los ciudadanos enfrentan largas horas de espera y, en muchos casos, regresan a casa con las manos vacías.
Es común escuchar frases como “no hay dinero en el cajero” o “los cajeros están vacíos desde ayer” en las filas de espera. Mientras tanto, las instituciones encargadas no logran garantizar un suministro constante de efectivo ni ofrecer alternativas viables a los usuarios que dependen de este medio para cubrir sus necesidades básicas. La ausencia de respuestas claras por parte de las autoridades genera un clima de impotencia y desconfianza entre la población.
¿Y las soluciones?
Si bien el gobierno ha promovido la bancarización como un camino hacia la modernización económica, la falta de infraestructura adecuada y de una gestión efectiva han hecho que estas medidas resulten insuficientes. El acceso limitado a los servicios bancarios digitales, junto con la precariedad de los cajeros automáticos, ha provocado un círculo vicioso en el que la población debe recurrir al efectivo para pagar bienes y servicios en un sistema económico que no está preparado para la transición.
Además, la falta de comunicación y transparencia por parte de las autoridades bancarias y gubernamentales agrava la situación. ¿Por qué no se garantiza el suministro de efectivo en los cajeros? ¿Qué medidas concretas se están tomando para solucionar esta crisis? Estas preguntas, planteadas constantemente por los ciudadanos, quedan sin respuesta, alimentando la percepción de que no existe una voluntad real de solucionar el problema.
Un sistema en deuda con el pueblo
La población cubana merece un sistema bancario que funcione, que garantice el acceso equitativo a los recursos y que priorice las necesidades reales de los ciudadanos. La crisis en los cajeros automáticos no es solo un problema técnico, sino un reflejo de una gestión ineficiente que deja a los más vulnerables a merced del caos. Mientras las autoridades no tomen medidas concretas para resolver esta situación, los cubanos continuarán enfrentando la incertidumbre y la desesperación en las filas de los cajeros automáticos.
En definitiva, la crisis de los cajeros automáticos es un síntoma de problemas más profundos que requieren atención urgente. No se trata solo de llenar las máquinas de dinero, sino de construir un sistema que responda a las necesidades de la población y que no los abandone en un proceso de modernización que, en lugar de aliviar sus problemas, parece agravarlos.