En una declaración sin precedentes, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha admitido públicamente la responsabilidad histórica de su país en los crímenes cometidos durante la época colonial, incluida la esclavitud en Brasil. Este reconocimiento marca la primera vez que un líder portugués asume explícitamente la culpabilidad por tales actos, especialmente en lo que respecta a la trata de personas, las masacres de pueblos indígenas y el saqueo de propiedades en África.
Durante una conversación con periodistas extranjeros, Rebelo de Sousa no solo reconoció estos horrores, sino que también propuso que el gobierno portugués debería pagar reparaciones por los daños causados, aunque los detalles específicos de cómo se implementarían estas compensaciones aún no se han definido. Esta admisión se produce después de que el año pasado el presidente mencionara la necesidad de disculpas por la esclavitud transatlántica y el colonialismo, pero sin haber ofrecido disculpas formales hasta ahora.
El ministro de Igualdad Racial de Brasil, Aniel Franco, resaltó la importancia de esta declaración, calificándola como el resultado de siglos de demandas por parte de las comunidades negras afectadas. Franco enfatizó la necesidad de que sigan medidas concretas tras el reconocimiento de Portugal y reveló que el gobierno brasileño ha estado en diálogo con las autoridades portuguesas para discutir los pasos a seguir respecto a la compensación.
Petronio Domínguez, un reconocido historiador, argumentó que Portugal debe ir más allá del simple reconocimiento de culpa y enfocarse en reparaciones efectivas que también aborden las injusticias del presente. Subrayó que Portugal, que fue el país con el mayor número de traficantes de esclavos durante la época colonial, ha dejado un legado de sufrimiento que aún impacta a Brasil y a otros territorios africanos que estuvieron bajo su dominio desde el siglo XVI hasta el siglo XX.
Este histórico reconocimiento por parte del presidente portugués abre un nuevo capítulo en la relación entre Portugal y las naciones afectadas por su antigua política colonial. La comunidad internacional y los actores involucrados esperan ahora ver cómo se traducirá este reconocimiento en acciones concretas que puedan reparar, en alguna medida, los profundos daños causados por uno de los períodos más oscuros de la historia colonial europea.