Ante una creciente ola de descontento, miles de cubanos han salido a las calles en protesta contra las políticas del gobierno de Miguel Díaz-Canel, evidenciando su frustración frente a los persistentes apagones y la notable escasez de alimentos básicos. Las manifestaciones, que originalmente comenzaron en ciudades clave, se han extendido a otras partes de la nación, incluyendo Granma y Las Tunas, revelando el alcance nacional del descontento. La región oriental de Cuba, particularmente afectada por la actual crisis, ha reportado apagones de hasta 18 horas, en marcado contraste con La Habana, donde los cortes de electricidad se limitan a 4 horas.
En un intento por abordar la situación, el presidente Díaz-Canel ha utilizado las redes sociales para expresar su postura frente a las protestas, señalando que «varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos». El mandatario acusó a «los enemigos de la revolución» de intentar aprovechar estas circunstancias con «fines desestabilizadores». Además, Díaz-Canel destacó la disposición del Partido, el Estado y el Gobierno para escuchar y dialogar con el pueblo, enfatizando los esfuerzos realizados para mejorar la situación en un ambiente de tranquilidad, a pesar del bloqueo que busca asfixiar a la nación.
Varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos.
Este contexto se intenta aprovechar por los enemigos de la Revolución, con fines desestabilizadores.
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) March 18, 2024
Las protestas han llamado la atención internacional, con la Embajada de Estados Unidos en Cuba instando al gobierno de la isla a respetar los derechos humanos de los manifestantes y atender sus necesidades legítimas. La embajada reconoció las manifestaciones pacíficas en varias regiones, subrayando la gravedad de la escasez de alimentos y electricidad.
En respuesta, el Ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, condenó lo que considera una interferencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba, argumentando que las sanciones estadounidenses tienen una «responsabilidad directa y cruel» en la aguda situación económica del país.
Mientras tanto, las redes sociales han sido un vehículo crucial para documentar el descontento popular, con videos que muestran a los ciudadanos clamando por «corriente y comida» en medio de las protestas. Este movimiento subraya la urgencia de soluciones efectivas para enfrentar los retos económicos y sociales en Cuba, especialmente en las regiones más golpeadas por la crisis, como la oriental, donde la desigualdad en la distribución de los apagones añade otra capa de tensión al ya complejo panorama nacional.