La reciente felicitación por el Día de los Padres emitida por el presidente Miguel Díaz-Canel, acompañado de una imagen que muestra a un trabajador de termoeléctrica y su hija, ha suscitado una oleada de críticas y descontento entre los cubanos. La controversia se centra no solo en la crisis eléctrica que azota al país, sino también en la mención de Lis Cuesta Peraza, esposa del presidente, cuya inclusión ha sido recibida con escepticismo por parte de la población.
La imagen, que muestra a Antonio León García y a su hija Ismabis en la Central Termoeléctrica Ernesto Guevara, ha sido percibida por muchos como una desconexión entre las realidades del pueblo cubano y las acciones del gobierno. Los frecuentes cortes de luz y la inestabilidad en el suministro eléctrico han llevado a cuestionar la elección de una planta de energía como telón de fondo para una felicitación oficial. «Es casi irónico que nos feliciten usando una planta que es parte de un sistema que nos falla constantemente», afirmó un ciudadano de Santiago de Cuba.
Además, la mención de Lis Cuesta Peraza en la felicitación ha intensificado las críticas, considerándola por algunos como un símbolo de nepotismo y privilegios en contraste con las dificultades que enfrenta la mayoría de los cubanos. La figura de Cuesta, frecuentemente presente en actos públicos y ceremonias oficiales, ha sido objeto de debate sobre su papel e influencia dentro del aparato estatal.
Este incidente ha reavivado el debate sobre la eficacia de la gestión gubernamental de la crisis energética y la percepción pública de la élite política en Cuba. Mientras el gobierno intenta proyectar una imagen de solidaridad y reconocimiento hacia los trabajadores del sector energético, la respuesta popular refleja una mezcla de frustración y desilusión, poniendo en relieve las tensiones existentes entre el gobierno y la ciudadanía en un contexto de crisis continua.
