El controversial presentador Alexander Otaola ha vuelto a utilizar las redes sociales y su plataforma, El Mañanero, para lanzar ataques contra la fe cristiana. En su reciente emisión, Otaola expresó comentarios ofensivos que han provocado indignación en muchos creyentes, mostrando un evidente desprecio hacia los textos sagrados y, por ende, hacia todos aquellos que profesan la fe en Dios.
En su declaración, Otaola afirmó: «Pueden meterse a Dios en un óvulo, en un óvulo de esos vaginal. Pueden meterse el Nuevo y el Viejo Testamento», palabras que han generado un repudio masivo, especialmente entre la comunidad cristiana que se ha sentido profundamente ofendida por lo que consideran una blasfemia. No conocemos el contexto de estas palabras, pero nada justifica agredir verbalmente la palabra de Dios. Este tipo de expresiones no solo atacan las creencias religiosas de millones de personas, sino que incitan a la falta de respeto hacia lo que para muchos es sagrado, en nuestra opinión.
Como medio de comunicación, CubaHerald había tomado la decisión de no seguir mencionando a este individuo, cuyas constantes polémicas parecen estar dirigidas únicamente a llamar la atención a través del conflicto y la ofensa. Sin embargo, existen límites que no pueden ser ignorados, y creemos firmemente que este tipo de insultos hacia la fe cristiana son intolerables. Cada persona tiene el derecho a creer o no en una religión, pero una cosa es optar por no creer y otra muy diferente es ofender de manera pública y gratuita a aquellos que sí lo hacen.
Para los cristianos, la Biblia es más que un libro; es un símbolo de su fe, un pilar espiritual que guía su vida diaria. Ofender a la Biblia es comparable a maldecir un símbolo patrio de cualquier nación, lo que convierte en nuestra opinión estas declaraciones en un ataque directo a la identidad y creencias de millones de personas. Este nivel de desprecio hacia la fe y los textos sagrados no debe ser pasado por alto, ya que no solo afecta a la comunidad cristiana, sino que abre la puerta a la normalización de la intolerancia religiosa.
