Un adolescente cubano de 14 años protagonizó esta semana un dramático episodio en la frontera sur de Estados Unidos, al entregarse voluntariamente a la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en El Paso, Texas. Su único objetivo: reencontrarse con su madre, Yusmari, detenida semanas antes en Houston, y solicitar ser deportados juntos.
El menor, cuyo nombre no ha sido revelado por razones legales, habría cruzado solo desde México tras ser separado de su madre por coyotes durante el trayecto migratorio. Durante varios días permaneció oculto, sobreviviendo con ayuda de desconocidos, hasta que supo que su madre estaba bajo custodia federal y en proceso de deportación acelerada. Fue entonces cuando decidió entregarse a las autoridades.
“Solo quiero estar con mi mamá, aunque sea en otro país”, habría dicho en voz baja al presentarse ante agentes de ICE, según funcionarios que atendieron su caso. El testimonio del joven ha desatado una oleada de reacciones en redes sociales, medios y organizaciones defensoras de derechos humanos, que cuestionan con fuerza los impactos de las políticas de separación familiar vigentes en el contexto migratorio estadounidense.
Diversas agrupaciones legales han intervenido para intentar frenar la deportación conjunta, alegando el interés superior del menor y la necesidad de evaluar alternativas humanitarias. “Es un caso profundamente doloroso que pone en evidencia el coste emocional y moral de un sistema que muchas veces no distingue entre cifras y personas”, señaló un portavoz de la organización RAICES, que brinda asistencia legal a migrantes en Texas.
Por el momento, madre e hijo continúan detenidos en instalaciones distintas. No obstante, ICE ha indicado que no descarta la posibilidad de que ambos sean deportados en el mismo vuelo si la orden de expulsión se ejecuta. Mientras tanto, abogados voluntarios trabajan contrarreloj para presentar mociones que permitan una revisión más profunda del caso, y se suman voces que piden una respuesta más compasiva y coherente con los estándares internacionales de protección a la infancia.
Este episodio, aunque singular, refleja una realidad más amplia: la de miles de familias migrantes que enfrentan dilemas imposibles, marcados por la separación, la incertidumbre y el miedo. La historia de este joven cubano pone rostro humano a una crisis que sigue sin solución estructural.
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