Técnico de ETECSA trabaja en poste eléctrico

Los exiliados no lo queremos, no lo necesitamos… tres minutos después: ¡salven a ETECSA!

Indignación en Cuba por el intento de sostener a ETECSA con recargas del extranjero mientras la empresa restringe el acceso nacional a las telecomunicaciones.

El pueblo cubano ha reaccionado con profunda irritación ante la propuesta de salvar a ETECSA —la única empresa de telecomunicaciones del país— utilizando como sostén económico las recargas internacionales enviadas por los exiliados, precisamente aquellos a quienes desde el discurso oficial muchas veces se desacredita, se margina o se ignora.

Los exiliados no lo queremos, no lo necesitamos… tres minutos después: salven a ETECSA”. Esta ironía convertida en consigna resume el sentir de miles de cubanos que ven con impotencia cómo se restringe cada vez más el acceso a servicios esenciales mientras el gobierno intenta maquillar la crisis financiera de una empresa que ha manejado millones de dólares durante años.

El plan presentado recientemente por las autoridades —que impone un límite mensual de 360 CUP a las recargas nacionales y promueve paquetes de datos exclusivamente en dólares— ha sido considerado por muchos como una estrategia injusta, excluyente y completamente desconectada de la realidad económica del país.

Frente a esto, la población se pregunta con indignación: ¿cómo es posible que se pretenda sostener una empresa estatal con dinero extranjero, mientras los cubanos dentro de la isla no tienen siquiera salario suficiente para comprar un paquete básico de datos? ¿Dónde quedaron los miles de millones recaudados durante años de monopolio en las comunicaciones?

A esta molestia creciente se suma un nombre que ya provoca rechazo automático entre muchos ciudadanos: Díaz-Canel. Cada vez que el presidente interviene públicamente para “explicar” medidas como esta —como en la reciente Mesa Redonda sobre telecomunicaciones—, la irritación popular se intensificaSu discurso, percibido como evasivo, impositivo y ajeno a la realidad diaria del cubano, está provocando más molestia que calma.

Como comentó un usuario en redes: “Cada vez que Díaz-Canel habla, el pueblo se siente más engañado. No hay propuestas reales, no hay voluntad de rectificación, solo justificaciones que nadie cree”. Otros exigen: “¡Transparencia! ¿Dónde están los libros contables? ¿Dónde se invirtieron los ingresos de ETECSA?”

Las declaraciones oficiales responsabilizan a supuestos fraudes en las recargas internacionales de la caída de ingresos de ETECSA, afirmando que ya no entra ni el 40% de lo que ingresaba hace unos años. Sin embargo, lejos de generar comprensión, estas explicaciones refuerzan la desconfianza. Como expresó otro ciudadano: “Si no pueden mantenerla, que la vendan o que permitan competencia. No puede ser que siempre el error de ellos lo pague el pueblo”.

En resumen, lo que comenzó como una medida técnica para “reorganizar” el acceso a internet, ha derivado en una nueva fuente de malestar social y de crisis de legitimidad para un gobierno que se ve cada vez más desconectado de las necesidades de su gente. Y todo esto en un país donde la crisis no es solo económica, sino también moral y política.

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