La OTAN ha alcanzado un acuerdo histórico para elevar el gasto en defensa al 5% del Producto Interno Bruto (PIB)en el horizonte del año 2035. El pacto, confirmado este domingo por varias fuentes diplomáticas a Europa Press, ha sido posible tras intensas negociaciones internas, donde España figuraba como principal reticente a asumir ese compromiso en términos estrictos. La fórmula final permitirá a Madrid una mayor autonomía para establecer su propia senda de cumplimiento, sin quedar sujeta a una meta rígida.
El compromiso se produce apenas días antes de la cumbre de líderes de la Alianza Atlántica que se celebrará en La Haya, y refleja un cambio en el enfoque estratégico de la OTAN en el contexto de la creciente tensión geopolítica global, en particular por la guerra en Ucrania y los desafíos de seguridad en el flanco este de Europa.
En una carta dirigida este domingo al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, reconoció “la situación particular de España” y aseguró que el acuerdo de la próxima cumbre otorgará a Madrid la flexibilidad necesaria para definir su propia trayectoria soberana en cuanto a gasto en defensa y capacidades militares.
“España está convencida de que puede cumplir los nuevos objetivos de capacidades acordados con una trayectoria de gasto inferior al 5% del PIB”, indica la misiva de Rutte. Asimismo, el jefe político de la Alianza confirma que el pacto permitirá a España presentar sus propios planes anuales y ajustar el gasto de manera acorde a su contexto económico y prioridades nacionales, siempre que se mantenga el compromiso con las capacidades operativas de la OTAN.
El nuevo objetivo del 5% supone un salto significativo respecto al actual umbral del 2% del PIB, fijado en la cumbre de Gales en 2014. Sin embargo, la declaración final de la próxima cumbre recogerá un lenguaje más abierto, en el que se reconoce que no todos los aliados están obligados a alcanzar esa cifra exacta, lo que satisface las demandas de países como España, preocupados por el impacto presupuestario de ese incremento.
Desde el Gobierno español se ha insistido en que el compromiso debe centrarse en el cumplimiento de las obligaciones militares concretas y no en alcanzar un porcentaje “arbitrario” que no necesariamente refleje las contribuciones reales al esfuerzo colectivo de defensa.
Este nuevo paso de la OTAN refleja un endurecimiento de la postura occidental frente a amenazas emergentes, al tiempo que permite ciertas márgenes de flexibilidad política y económica para sus miembros más reticentes. La cuestión ahora será cómo traducir ese compromiso en resultados concretos de inversión, modernización militar y preparación operativa, sin tensar excesivamente las economías nacionales.
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