El curso escolar 2024-2025 ha comenzado en Cuba en medio de un panorama desolador, con profundas carencias que afectan tanto a los estudiantes como a sus familias. Mientras los medios de comunicación oficiales presentan una versión edulcorada de la realidad, los reportes de medios locales online no alineados con el gobierno pintan un cuadro mucho más sombrío: miseria, escasez, desorganización y un creciente malestar social.
Desde el primer día, miles de niños y adolescentes acudieron a las escuelas a lo largo del país, pero lo que debería ser un momento de alegría y esperanza se ha visto empañado por las condiciones deplorables en que se encuentran muchas de estas instituciones. Padres y tutores han expresado abiertamente su preocupación y descontento por el estado ruinoso de los centros educativos, los cuales en muchos casos no han recibido mantenimiento durante años. Las aulas, según denuncian, están en un estado de deterioro alarmante, con techos agrietados, mobiliario dañado y una falta casi absoluta de recursos básicos.
A diferencia de lo que muestra la televisión nacional, donde se presenta una imagen optimista y organizada del inicio del curso, los medios digitales independientes destacan la realidad de las escuelas: una severa escasez de materiales escolares, la ausencia de libros de texto actualizados, y la falta de productos de limpieza esenciales. A esto se suma la crisis energética que enfrenta el país, con apagones recurrentes que dificultan las actividades educativas y generan un ambiente de frustración tanto para alumnos como para docentes. “Es inaudito que los niños tengan que estudiar en estas condiciones; no hay luz, no hay agua, y las aulas son un desastre”, comentó un padre indignado.
La desorganización ha sido un problema constante. Los padres denuncian la falta de claridad en la comunicación sobre los horarios, la asignación de aulas y la distribución de recursos. Esta situación ha generado caos y confusión en numerosos centros educativos, lo que añade una capa adicional de estrés a las familias, ya de por sí agobiadas por la crisis generalizada. “Nadie sabe dónde debe estar su hijo, no hay información, es un caos total”, expresó otro padre, visiblemente frustrado.
Además, la situación sanitaria se ha convertido en una preocupación acuciante. Con varias epidemias en curso y las escuelas careciendo de condiciones mínimas de higiene, el riesgo de contagio es elevado. La falta de acceso a agua potable y la situación deplorable de los baños son solo algunos de los factores que agravan el peligro para la salud de los estudiantes, un hecho que mantiene a muchos padres en constante estado de alarma.
El inicio del curso escolar 2024-2025 en Cuba es un reflejo claro de la profunda crisis que atraviesa el país. A pesar de los esfuerzos de los maestros por mantener un mínimo de normalidad, la falta de recursos y apoyo institucional hace que la calidad educativa se vea gravemente comprometida. Los padres, por su parte, continúan exigiendo respuestas y soluciones reales, aunque el escepticismo sobre la capacidad del gobierno para mejorar la situación es cada vez mayor.
En medio de esta adversidad, el inicio del nuevo curso escolar se ha convertido en un recordatorio más de las duras realidades que enfrenta la sociedad cubana, donde la miseria, la escasez y la desorganización son el pan de cada día, y donde el futuro de las nuevas generaciones parece cada vez más incierto.