En un evento inusual que ha capturado la atención de la comunidad de Zarza Gorda, cerca de Potrerillo, en Sancti Spíritus, han nacido terneras gemelas en la finca de los vaqueros Yordeny y Yordanky García García. Este acontecimiento no solo sorprendió a los dueños y vecinos por su rareza sino que también se presenta como un símbolo de esperanza ante los desafíos que enfrenta la ganadería en Cuba.
Las gemelas, hijas de la vaca Mulata, han demostrado una gran vitalidad desde su nacimiento. La curiosidad y el entusiasmo que despiertan entre los residentes locales las han convertido en una suerte de celebridades en su entorno. A pesar de las dificultades conocidas por los agricultores y ganaderos cubanos, tales como la escasez de alimentos y productos veterinarios, el cuidado esmerado de Yordeny y Yordanky hacia Mulata y sus crías resalta el compromiso de la comunidad con la preservación de su patrimonio ganadero.
El fenómeno de los nacimientos gemelares en el ganado vacuno es extremadamente inusual, lo que añade un valor especial a este suceso. Los hermanos García García, criados en una familia con larga tradición en la agricultura y la ganadería, enfrentan los desafíos impuestos por la actual crisis económica con determinación y esperanza. Su gestión en la finca refleja las estrategias de adaptación y supervivencia de los campesinos cubanos ante un panorama económico adverso.
Además, la historia de las terneritas gemelas llega en un momento crítico para la industria ganadera cubana, marcada por una severa escasez de insumos básicos y una producción láctea y cárnica insuficiente. La práctica de ordeñar a Mulata en días alternos, asegurando así la alimentación de sus hijas, destaca la importancia de la sostenibilidad y el bienestar animal en medio de las limitaciones.
La esperanza de los hermanos García García es que estas terneras, al crecer, se conviertan en una valiosa adición al patrimonio ganadero de su finca, contribuyendo a la producción de leche y mejorando las condiciones de vida de su familia y su comunidad. Este singular nacimiento es un recordatorio de la resilencia y el optimismo que caracteriza a los ganaderos cubanos, incluso en las circunstancias más difíciles.
