[arve url=»https://www.youtube.com/watch?v=vxlpjyyyOcU&t=3s» /]En una reciente escalada de tensiones entre Estados Unidos y Cuba, el gobierno estadounidense ha descartado rotundamente tener cualquier tipo de participación en las protestas que han surgido en diversas localidades cubanas en los últimos días. Las autoridades cubanas habían convocado al encargado de negocios de Estados Unidos el lunes pasado, en una clara muestra de protesta por lo que consideran una interferencia en los asuntos internos de la isla.
Desde la capital estadounidense, un portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel, enfatizó en una conferencia de prensa que «Estados Unidos no está detrás de estas protestas». Contrario a las afirmaciones cubanas, Patel subrayó que el interés de Estados Unidos radica únicamente en monitorear de cerca los acontecimientos, sin implicarse directamente en ellos.
El vocero del Departamento de Estado señaló que las demandas de los manifestantes cubanos, que incluyen acceso a electricidad, alimentos y libertades fundamentales, son un claro reflejo de las adversidades que enfrenta la población de la isla. Asimismo, instó al gobierno cubano a abstenerse de recurrir a la violencia y detenciones arbitrarias, resaltando la importancia del derecho a la libre manifestación.
En una manifestación de apoyo al pueblo cubano, Brian A. Nichols, secretario de Estado adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental, reiteró mediante las redes sociales que «Estados Unidos apoya al pueblo cubano mientras ejerce su derecho a reunirse pacíficamente». Nichols advirtió que el gobierno de Cuba no podrá satisfacer las necesidades de sus ciudadanos sin antes adoptar reformas hacia la democracia y el estado de derecho, y respetar los derechos humanos fundamentales.
Por su parte, altos funcionarios cubanos, incluyendo al presidente Miguel Díaz-Canel y al ministro de Exteriores Bruno Rodríguez, han acusado a Estados Unidos de ser el principal responsable de la crisis por medio del histórico «bloqueo», que limita significativamente el comercio con la isla en un intento de fomentar cambios democráticos. Este bloqueo, vigente por más de cinco décadas, sigue siendo un punto de fricción crucial en las relaciones entre ambos países.