La mañana de este lunes, la llegada de un buque con arroz al puerto de Nuevitas, en la provincia de Camagüey, ha sido comunicada como un hecho destacable por las autoridades locales. El cargamento permitirá completar la distribución de la canasta familiar normada del mes de marzo en Las Tunas, Camagüey y Ciego de Ávila, según declaraciones del director de la Empresa Mayorista de Alimentos, Yunier Batista Jiménez.
Este hecho, que en cualquier otro contexto pasaría desapercibido por tratarse de un proceso logístico habitual, ha sido presentado como una especie de «logro». La cobertura oficial a la llegada de un barco con arroz —producto básico y pendiente desde hace más de dos meses— pone en evidencia la fragilidad del sistema de abastecimiento, así como la normalización de la escasez como parte del discurso institucional.
La canasta básica, que constituye la única fuente de alimentos subsidiados para millones de cubanos, acumula constantes atrasos y distribuciones incompletas, afectando seriamente la alimentación de las familias. Que su «completamiento» correspondiente a marzo ocurra en junio revela una profunda distorsión en la planificación y ejecución del sistema alimentario nacional.
Lejos de tranquilizar, la noticia genera más preguntas que respuestas. ¿Cuántos otros productos pendientes están aún por llegar? ¿Cuáles serán las consecuencias para las provincias que aún no han sido mencionadas? ¿Cuánto tiempo más se considerará «normal» que un simple barco con arroz cause revuelo?
La celebración implícita ante lo que debería ser una obligación básica del Estado: alimentar a su población de forma regular y digna, confirma lo alarmante de la situación. En Cuba, hasta lo más elemental —como garantizar un poco de arroz a la mesa— ha pasado a formar parte de una cadena de incertidumbres prolongadas.
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