Cuba se vio sacudida por manifestaciones de una magnitud no vista desde el 11 de julio de 2021, marcando un día histórico para la isla caribeña. A pesar de la significativa atención mediática que estos eventos han generado, la reacción de la Casa Blanca ha sido notablemente contenida. Un comunicado modesto emitido a través de la embajada de los Estados Unidos en la isla fue la única respuesta oficial, mientras que el Departamento de Estado ha guardado silencio, dejando a muchos esperando en vano por un pronunciamiento más contundente.
Durante el día, los medios de comunicación de todo el mundo permanecieron en vilo, anticipando una declaración de la administración Biden que nunca llegó. Incluso durante las declaraciones del presidente Biden, el Presidente Andrzej Duda de Polonia y el Primer Ministro Donald Tusk antes de su reunión bilateral, no se hizo mención alguna sobre la situación en Cuba. Esta ausencia de comentarios ha alimentado especulaciones y preguntas sobre las posibles razones detrás de este silencio. Una teoría sugiere que la Casa Blanca podría estar negociando un acuerdo en secreto con Cuba, temiendo que cualquier declaración pública pueda poner en peligro estas conversaciones delicadas.
Por su parte, el presidente cubano Díaz-Canel no ha dudado en pronunciarse, atribuyendo la responsabilidad de las protestas al bloqueo impuesto por Estados Unidos y a la influencia de la extrema derecha de Miami, quienes, según él, han incitado las manifestaciones a través de las redes sociales. Este señalamiento destaca la tensión constante entre Cuba y Estados Unidos, una narrativa que ha dominado las relaciones entre ambos países durante décadas.
La isla se encuentra actualmente en medio de una crisis energética sin precedentes, con comunidades en el oriente del país sufriendo apagones de más de 17 horas. Esta situación ha exacerbado el descontento popular y ha servido de catalizador para las protestas recientes. La respuesta tímida de la Casa Blanca a estos sucesos cruciales plantea interrogantes sobre la postura de Estados Unidos frente a los desafíos actuales de Cuba y su población.
La ausencia de un pronunciamiento claro de la Casa Blanca parece subrayar una posición implícita: los problemas internos de Cuba deben ser resueltos por los propios cubanos a través del diálogo y la reconciliación. Washington, por su parte, parece decidido a continuar con su agenda, moviendo los hilos de acuerdo con sus conveniencias, sin involucrarse directamente en los asuntos internos de la isla.
Además, aún se reportan algunas manifestaciones menores en la región del Cobre en Santiago de Cuba, lo que indica que el descontento popular persiste más allá de las grandes manifestaciones. Estos eventos menores, aunque no capturan la atención mediática de las protestas más masivas, son un recordatorio de las tensiones continuas dentro del país.
La otra reacción del departamento de estado fue la de Brian A. Nichols, quien ha desempeñado el cargo de Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental desde el año 2021, que manifestó su opinión a través de X. Nichols expresó su apoyo al pueblo cubano en su derecho a reunirse de manera pacífica, destacando: «Estados Unidos está con el pueblo cubano mientras ejerce su derecho a la reunión pacífica. El gobierno cubano no podrá satisfacer las necesidades de su pueblo hasta que no adopte la democracia y el estado de derecho, y respete los derechos de los ciudadanos cubanos.»
The United States stands with the Cuban people as they exercise their rights to assemble peacefully. The Cuban government will not be able to meet the needs of its people until it embraces democracy and the rule of law and respects the rights of Cuban citizens.
— Brian A. Nichols (@WHAAsstSecty) March 18, 2024
Mientras tanto, la ausencia de un pronunciamiento claro de la Casa Blanca continúa generando especulaciones sobre las intenciones y estrategias de Estados Unidos respecto a su vecino del Caribe. La historia entre ambas naciones sugiere que cualquier movimiento, o la falta de él, tiene implicaciones significativas no solo para las relaciones bilaterales, sino también para la estabilidad y el futuro de Cuba.