Miami, Estados Unidos – En una ciudad conocida por su vibrante comunidad cubana, una tierna historia emerge desde las aulas de un colegio local, reflejando el profundo amor y arraigo de los cubanos a su tierra natal, incluso a miles de kilómetros de distancia. Según reporta la pagina de Facebook 11 Millones de Cubanos, un joven estudiante cubano-americano ha conmovido a todos con un ensayo escrito durante su examen de español, que celebra la herencia y las tradiciones cubanas mantenidas vivas en el corazón de su familia.
El ensayo del niño, lleno de emoción y nostalgia, comienza declarando: «Cuba es una palabra SAGRADA, es la palabra que más yo he oído en mi vida.» Este sentimiento, compartido por millones de cubanos que residen en Miami, se manifiesta en cada aspecto de su vida diaria, desde las conversaciones familiares hasta las festividades y las comidas típicas. Para muchos, Cuba no es solo un país, sino un símbolo de identidad y pertenencia.
«Creo que las primeras palabras que oí al salir del vientre de mi madre fueron las de mi abuelo gritando: ¡Qué viva, llegó al mundo otro cubano!» relata el niño, destacando cómo la cultura cubana es inculcada desde el nacimiento y cómo permanece presente en todas las generaciones. A través de sus palabras, se puede sentir la devoción de su familia, que ha convertido a Cuba en un verdadero credo, una religión que veneran con fervor.
En su hogar, cada mención de Cuba en la televisión americana es seguida con atención y respeto. «Si es en la televisión americana que mencionan la palabra ‘QUIUBA’, ya yo sé que tengo que atender y estar listo para traducir, porque el abuelo inmediatamente, como un resorte, me va a preguntar: ‘A ver, a ver, ¿qué están diciendo de Cuba, mijo?’». Este testimonio refleja la constante conexión con su país de origen y el rol crucial que juegan los jóvenes en mantener viva la historia y la cultura cubana.
El niño describe a Cuba como una sombra que le sigue a todas partes, presente en las discusiones, en los periódicos, y en los objetos cotidianos que decoran su casa, como la cadenita en forma de isla que le regaló su abuelita. La influencia cubana es tan profunda que incluso los alimentos y las festividades familiares están impregnados de su sabor y color.
«Tener la sangre cubana, esa que tanto mi abuelo me dice que yo tengo, es muy bueno, porque me permite ir a McDonald’s y a Burger King y después llegar a la casa y comerme unas croquetas y un batido de mamey», cuenta el niño, mostrando la fusión única de culturas que caracteriza a los cubano-americanos. Esta dualidad se extiende también a la música, donde disfruta tanto de la música estadounidense como de los ritmos cubanos.
La composición del niño concluye con una poderosa imagen: «¿Qué dónde está Cuba? Si alguien me lo pregunta, yo le señalaré con el dedo índice el pecho de mi abuelo. Olvídense del mapa mundial. Ahí está Cuba en el corazón de mi abuelo». Esta frase encapsula la profunda conexión emocional que los cubanos sienten por su patria, un vínculo que trasciende la geografía y se ancla en los lazos familiares y las tradiciones.
La historia de este niño no solo es un testimonio de la resiliencia y el amor por Cuba que se perpetúa en las nuevas generaciones, sino también un reflejo de la rica diversidad cultural que enriquece a Miami y a los Estados Unidos. Es un recordatorio de que, sin importar dónde se encuentren, los cubanos llevan a su patria en el corazón, transmitiendo ese amor a través de las generaciones y manteniendo viva su cultura en el exilio.
CubaHerald no pudo confirmar la autenticidad del escrito, pero por lo llamativo e importante culturalmente decidimos reproducirlo.