Devastación en el campo de Artemisa tras el paso del huracán Rafael

Artemisa, Cuba. La provincia de Artemisa, considerada el corazón agrícola del occidente cubano, enfrenta una severa crisis tras el paso del huracán Rafael. Este fenómeno meteorológico, que impactó la región el pasado 6 de noviembre con vientos superiores a los 190 kilómetros por hora y lluvias torrenciales, dejó una estela de destrucción que amenaza la producción de alimentos en un momento crítico para el país.

En Alquízar, una de las localidades más afectadas, los agricultores evalúan las pérdidas con desánimo. Lázaro Elien, campesino de 57 años, observa los restos de sus cultivos. “No quedó nada en pie. Perdimos todo lo que teníamos sembrado”, asegura a la agencia EFE, mientras señala los plátanos y la yuca que quedaron destruidos. Según estimaciones oficiales, en esta zona se perdieron más de 2.000 hectáreas de plátano y 300 de yuca, mientras que en toda la provincia se reportan afectaciones en unas 37.000 hectáreas.

Un golpe a la seguridad alimentaria

Las pérdidas en Artemisa, que tradicionalmente abastece a la capital y otras regiones del país, representan un duro golpe para la ya frágil seguridad alimentaria de Cuba. El impacto económico preliminar asciende a unos 16 millones de dólares, cifra que podría aumentar mientras las autoridades evalúan los daños en otras áreas productivas.

A esto se suman las complicaciones estructurales del sector agrícola cubano, que lidia con la falta de combustible, equipamiento deteriorado y pagos atrasados por parte del Estado. Todo esto dificulta la recuperación de los productores en un contexto en el que el 80 % de los alimentos que consume la población deben ser importados, según datos de Naciones Unidas.

Sin electricidad, sin esperanza inmediata

El paso del huracán también dejó a numerosas comunidades rurales sin electricidad, complicando aún más la recuperación. Guillermo López, un agricultor de 76 años, explica que la falta de corriente le impide usar los sistemas de riego en su finca. “Hasta que no restablezcan el servicio eléctrico, no puedo sembrar nada. El motor que tenía se rompió, y conseguir otro es casi imposible”, lamenta.

Según informes oficiales, alrededor del 20 % de Artemisa continúa sin electricidad dos semanas después del paso de Rafael, y las zonas rurales son las más afectadas. La situación pone de relieve el deterioro de la red eléctrica cubana, agravado por años de falta de inversión, problemas técnicos y escasez de combustible.

Una lección repetida para los agricultores

A pesar de la magnitud del desastre, los agricultores de Artemisa no pierden la voluntad de continuar. Adrián Martínez, un joven productor de 30 años, recuerda cómo enfrentó una situación similar tras el huracán Charley en 2004. “Nos toca empezar otra vez desde cero. No hay otra opción. Esto es lo que sabemos hacer”, comenta con determinación.

Los campesinos de Artemisa miran hacia el futuro con resiliencia, aunque conscientes de que los desafíos son inmensos. La reconstrucción del sector agrícola, clave para aliviar la crisis alimentaria de la isla, dependerá no solo del esfuerzo local, sino también de un apoyo gubernamental que permita a los productores retomar el rumbo tras esta nueva tragedia climática.

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