Detenciones inesperadas en entrevistas migratorias sacuden a parejas binacionales en Estados Unidos

Un número creciente de personas que solicitan la residencia permanente por matrimonio con ciudadanos estadounidenses está enfrentando un escenario de incertidumbre legal y temor, luego de ser detenidas por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) durante entrevistas que tradicionalmente se consideraban un paso administrativo rutinario.

Abogados de inmigración advierten que estas detenciones, ocurridas dentro de oficinas del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS), representan un cambio significativo en la práctica habitual, con consecuencias profundas tanto para los solicitantes como para sus familias estadounidenses. En los últimos días se han reportado casos en San Diego, Nueva York, Cleveland y Utah, lo que sugiere que no se trata de episodios aislados.

Entre los detenidos figuran personas sin antecedentes penales y con procesos migratorios avanzados: madres que acudieron a entrevistas con hijos pequeños, refugiados recientemente admitidos, cónyuges de veteranos de las Fuerzas Armadas y ciudadanos europeos que se encontraban a semanas de cumplir su primer aniversario de matrimonio. En varios casos, las detenciones se produjeron después de entrevistas consideradas exitosas, lo que ha incrementado la sensación de desconcierto.

La explicación oficial apunta a que algunos solicitantes habían excedido el tiempo autorizado de sus visas, perdiendo así su estatus migratorio previo. Sin embargo, especialistas recuerdan que durante décadas la legislación migratoria ha permitido a los familiares directos de ciudadanos estadounidenses, incluidos los cónyuges, ajustar su estatus dentro del país, incluso si habían quedado en situación irregular durante la espera del trámite.

El problema, señalan los expertos, es que el proceso de residencia puede prolongarse por meses o incluso más de un año, tiempo durante el cual muchos solicitantes pierden su estatus sin que ello haya sido históricamente un impedimento para obtener la tarjeta verde. La intervención de ICE en esta etapa introduce un elemento de imprevisibilidad que altera por completo la lógica del sistema.

Algunos detenidos han sido liberados tras pasar días o semanas bajo custodia, ya sea con su residencia finalmente aprobada o bajo fianza, a la espera de una audiencia ante un juez migratorio. Otros casos, en cambio, permanecen estancados en el sistema judicial, lo que implica costos legales elevados, separación familiar y plazos indefinidos, incluso para personas que, según sus abogados, cumplen con los requisitos para regularizarse.

La situación también ejerce presión sobre un sistema de cortes migratorias ya sobrecargado, donde cada nuevo caso implica retrasos adicionales para miles de solicitantes. Abogados cuestionan el uso de recursos para detener a personas que se encuentran en la fase final de un proceso legal, cuando el objetivo declarado del sistema es la regularización ordenada y la reunificación familiar.

Para las familias estadounidenses, el impacto es emocionalmente devastador. Cónyuges describen el proceso como angustiante y difícil de entender, al ver cómo una vía legal diseñada para estabilizar su situación termina convirtiéndose en una fuente de riesgo. Muchos abogados han comenzado a revisar con mayor cautela los expedientes, advirtiendo a sus clientes sobre posibles escenarios que hasta hace poco no formaban parte del panorama habitual.

Este giro en la práctica migratoria plantea interrogantes de fondo sobre la coherencia y previsibilidad del sistema, y sobre el efecto disuasorio que puede tener en quienes intentan regularizar su situación por las vías establecidas. Más allá del debate político, la realidad inmediata es una creciente sensación de inseguridad legal entre parejas binacionales que confiaban en un proceso que, hasta ahora, había sido relativamente claro.

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