La reciente declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, rechazando cualquier participación en la manipulación de los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela, ha suscitado una creciente controversia. La acusación fue lanzada por el exfuncionario colombiano Francisco Santos, quien afirmó que especialistas cubanos habrían viajado a Venezuela para alterar los resultados de los comicios celebrados el pasado 28 de julio. Cuba ha negado categóricamente estas afirmaciones, calificándolas de infundadas y carentes de evidencia.
El comunicado de la cancillería cubana no solo niega la presencia de sus especialistas en Venezuela, sino que también desacredita a Santos, describiéndolo como un promotor de mentiras con un historial de participación en campañas de tergiversación. Sin embargo, esta defensa no ha logrado disipar las críticas que apuntan a la cercana relación entre La Habana y Caracas, una alianza que ha sido cuestionada repetidamente por la comunidad internacional.
El gobierno de Nicolás Maduro, que aún no ha divulgado los resultados oficiales de las elecciones, enfrenta crecientes acusaciones de fraude por parte de varios países y organizaciones internacionales. Estos señalan la falta de transparencia y las irregularidades en el proceso electoral como pruebas de la ilegitimidad del régimen. La demora en la publicación de los resultados solo ha intensificado las sospechas y la presión internacional sobre Caracas.
Cuba, un aliado clave de Venezuela, ha sido señalada en múltiples ocasiones por su dependencia económica de Caracas y su apoyo político incondicional al régimen de Maduro. Esta relación simbiótica entre ambos países ha generado preocupación en la región, donde muchos ven a Cuba como un respaldo silencioso a las tácticas autoritarias empleadas por Maduro para mantenerse en el poder.
La postura de Cuba, negando cualquier implicación en el proceso electoral venezolano, no ha logrado aplacar las críticas, especialmente cuando estas vienen de países y organizaciones que ya consideran las elecciones como un fraude. En este contexto, la defensa cubana es vista por muchos como un intento de proteger no solo a su aliado, sino también de asegurar la continuidad de una relación bilateral crucial para la supervivencia económica de ambos gobiernos.