En Cuba, la crisis no respeta ni a los vivos ni a los muertos. Los servicios funerarios, que deberían ser un alivio y un consuelo para las familias en duelo, se han convertido en una fuente adicional de angustia y frustración en todo el país. Las quejas sobre la calidad y eficiencia de estos servicios se multiplican, revelando un sistema al borde del colapso.
Uno de los problemas más alarmantes es la dificultad para trasladar los cuerpos de los fallecidos. En muchos casos, los familiares se ven obligados a esperar horas, e incluso días, para que las autoridades funerarias lleguen al lugar del deceso y procedan con el traslado del cadáver. Esta demora no solo prolonga el sufrimiento de los seres queridos, sino que también impone condiciones antihigiénicas que agravan la situación emocional y sanitaria de las familias afectadas.
La situación se complica aún más en el momento del velatorio. Debido a la deficiente preparación de los cuerpos, las familias se ven obligadas a acortar las ceremonias de despedida. Los servicios funerarios, a menudo, no cuentan con los insumos ni las condiciones necesarias para realizar una adecuada conservación del cuerpo, lo que genera situaciones incómodas y dolorosas. En lugar de permitir que los familiares puedan despedirse con calma, el mal estado de los cuerpos obliga a acelerar el proceso, privando a muchos del tiempo necesario para el duelo.
El panorama es igualmente sombrío en cuanto a la gestión de las instalaciones funerarias. Las funerarias y cementerios a lo largo del país se encuentran en un estado de abandono y deterioro, con infraestructura inadecuada, falta de personal capacitado y un suministro irregular de los materiales necesarios para garantizar un servicio digno. En algunas localidades, los familiares deben asumir el costo y la tarea de adquirir productos como flores, velas, e incluso el ataúd, que a menudo deben ser confeccionados de manera improvisada por la falta de recursos.
Las quejas de la población no han sido atendidas por las autoridades, y la situación sigue empeorando. La crisis económica que afecta al país ha tocado también este sector, que históricamente ha sido sensible y de gran importancia cultural. El dolor de perder a un ser querido se agrava con las dificultades para asegurarle un descanso digno y respetuoso, una realidad que enfrenta cada vez más cubanos.
La pregunta que se hacen muchos es: ¿hasta cuándo seguirá esta situación? En un país donde los recursos son limitados, y donde las prioridades parecen estar orientadas hacia otras áreas, las familias cubanas se sienten abandonadas en los momentos más vulnerables. Los servicios funerarios, que deberían ser un último tributo de amor y respeto, se han convertido en una muestra más de la profunda crisis que afecta a la isla.
Mientras tanto, la indignación crece y se hace cada vez más evidente que, en Cuba, ni siquiera los muertos descansan en paz. Las autoridades, responsables de garantizar un servicio digno, deben tomar medidas urgentes para atender este problema que afecta a todas las provincias del país, antes de que la situación se torne aún más insostenible.