En el corazón de Artemisa, Cuba, surge la leyenda de un antiguo cafetal, un lugar donde los ecos del pasado susurran historias de amor prohibido y esclavitud, de conquistas agrícolas y cultura. Aquí, donde el café y la pasión se entrelazan, floreció el cafetal Angerona, nombrado en honor a la diosa romana del silencio y la fertilidad de los campos, apenas a 60 kilómetros de La Habana.
La historia se remonta a 1813, cuando el alemán Cornelio Souchay adquirió las fértiles tierras en lo que entonces era San Marcos de la Artemisa. Se cuenta que fue aquí, en estos suelos ricos y plenos, donde un amor inusual hizo crecer un cafetal hasta convertirlo en el más espléndido y productivo de Cuba.
Úrsula Lambert, una mujer haitiana nacida libre, llegó a Cuba con sus padres huyendo de la revolución haitiana. En 1822, Úrsula llegó a Angerona y comenzó a trabajar con Cornelio. A pesar de los desafíos y los prejuicios de la época, encontraron un amor intenso y prohibido. Cornelio, descrito como culto, amante de la música y con un espíritu poético, murió en junio de 1837, dejando tras de sí la historia y la leyenda de Angerona. Úrsula continuó viviendo en la hacienda varios años más, falleciendo en La Habana en 1860.
Angerona era diferente a otras haciendas de la época; se dice que no se maltrataba a los esclavos y Úrsula, encargada de la economía de la hacienda, tenía la libertad de entrar y salir del lugar cuando quisiera, incluso después de la muerte de Cornelio. Documentos hallados en el Archivo Nacional corroboran estos relatos.
Hoy, del otrora esplendoroso cafetal, solo quedan ruinas. Sin embargo, estas ruinas son testigos silenciosos de una historia que revive en imágenes, un sitio donde no solo floreció el café, sino quizás un amor prohibido. Un amor que ha inspirado a artistas y cineastas, dando lugar a la película cubana «Roble de Olor» del año 2004, protagonizada por Jorge Perugorría y Lia Chapman.
La leyenda de Angerona, con sus relatos de café, esclavitud y amor prohibido, sigue siendo un recordatorio de la rica y compleja tapestria de la historia cubana, un lugar donde los ecos del pasado resuenan con fuerza en el presente, invitándonos a reflexionar sobre la naturaleza del amor, la libertad y la resistencia humana.