Un tiroteo ocurrido la tarde de este sábado en la Universidad Brown, una de las instituciones académicas más prestigiosas de Estados Unidos, dejó al menos dos estudiantes fallecidos y nueve personas heridas, según confirmaron autoridades locales y directivos universitarios. El hecho ha generado conmoción nacional y reabre el debate sobre la violencia armada en centros educativos, incluso en estados donde este tipo de episodios ha sido históricamente poco frecuente.
El ataque se produjo en un edificio de ingeniería y física, mientras estudiantes se encontraban presentando exámenes finales, lo que aumentó el nivel de pánico y confusión. Testigos relataron escenas de evacuaciones improvisadas, estudiantes atrincherados en aulas y una rápida movilización policial en todo el campus.
De acuerdo con la información disponible, el sospechoso es descrito como un hombre vestido de negro, que huyó a pie tras abrir fuego. Hasta el cierre de esta edición, no ha sido capturado, y el campus permanecía bajo confinamiento parcial mientras continuaban las labores de búsqueda.
Autoridades sanitarias informaron que nueve personas fueron ingresadas en hospitales de Providence con heridas de bala. De ellas, varias permanecen en condición crítica pero estable, mientras otras se reportan fuera de peligro. Un décimo afectado habría sufrido lesiones menores por fragmentos y se espera que se recupere completamente.
La presidenta de la Universidad Brown confirmó que la mayoría de las víctimas son estudiantes, incluidos los dos fallecidos. En declaraciones públicas, expresó condolencias a las familias y aseguró que la prioridad inmediata de la institución es brindar apoyo psicológico y logístico a los afectados, así como cooperación total con las autoridades.
El alcalde de Providence señaló que más de 400 agentes de distintas agencias locales, estatales y federalesparticiparon en la respuesta al incidente, incluidos equipos del FBI y otras fuerzas especializadas. Investigadores recuperaron evidencia balística en la escena, aunque evitaron divulgar detalles específicos por tratarse de una investigación en curso.
Este ataque marca un hecho particularmente significativo para Rhode Island, ya que no se registraban tiroteos escolares de este tipo en el estado desde hace más de una década, según datos públicos. A nivel nacional, sin embargo, el incidente se suma a una larga lista de episodios de violencia armada en centros educativos, en un año que ya acumula decenas de casos similares en todo el país.
Relatos de estudiantes reflejan el impacto emocional inmediato. Algunos describieron cómo recibieron alertas de emergencia, bloquearon puertas, apagaron luces y aguardaron instrucciones sin claridad sobre rutas seguras de evacuación. Para muchos, el ataque resultó especialmente difícil de procesar por ocurrir a días del cierre del semestre y de las festividades, en un entorno que consideraban seguro.
Desde CubaHerald, se observa que este nuevo tiroteo vuelve a poner en evidencia una realidad inquietante: ningún espacio académico está completamente a salvo de la violencia armada, incluso aquellos asociados históricamente con estabilidad y baja criminalidad. Más allá de la investigación policial en curso, el episodio plantea interrogantes urgentes sobre prevención, protocolos de seguridad y el impacto psicológico duradero en comunidades educativas que, una vez más, ven interrumpida su vida académica por la violencia.
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