Niños jugando en patio cubano con bandera pintada

Opinión | El pueblo por encima de todo

Por Redacción CubaHerald

Las palabras de Elizabeth González Aznar, compartidas en su perfil de Facebook tras el acto convocado en solidaridad con Venezuela, han resonado entre miles de cubanos dentro y fuera de la Isla. En un texto breve pero contundente, González Aznar expresa lo que muchos piensan y pocos se atreven a decir: la solidaridad no puede seguir siendo a costa del sacrificio del propio pueblo.

“La solidaridad no puede ser causa de aumento de la miseria que vivimos. Hay muchas formas de ser solidarios y Cuba lo ha demostrado durante más de medio siglo. Sin embargo, hoy se está convirtiendo en un consumo de lo poco que tenemos y el que da lo poco que tiene, a pedir se queda”, escribió.

Su reflexión llega en un momento en que la población enfrenta una de las crisis más profundas de las últimas décadas: falta de combustible, transporte colapsado, servicios públicos paralizados y una escasez generalizada que afecta todos los ámbitos de la vida cotidiana. Mientras tanto, las autoridades continúan organizando actos políticos, congresos y movilizaciones, cuyos costos materiales contrastan con las carencias que sufren los ciudadanos.

González Aznar menciona ejemplos concretos que evidencian la contradicción: la viceministra de Salud admitiendo que no se pueden realizar todas las fumigaciones necesarias por falta de recursos; la UNE reportando cerca de 50 centrales eléctricas fuera de servicio; trabajadores que no pueden acudir a sus centros laborales; y montones de basura que no se recogen por el mismo déficit de combustible.

“Entonces, ¿cómo hay para eventos, talleres, congresos y movilizaciones?”, cuestiona. “Ningún país puede estar por encima del pueblo de Cuba.”

La reflexión es certera y valiente. No se trata de negar la solidaridad internacional —que ha sido parte del orgullo histórico de Cuba—, sino de reclamar una priorización urgente de las necesidades internas, cuando el país enfrenta un escenario de crisis humanitaria silenciosa.

El pueblo cubano libra hoy múltiples “guerras”, como ella misma apunta: contra los vectores, contra los virus, contra el hambre, contra la precariedad. Pero mientras esas batallas se libran en silencio en los hogares, en los hospitales y en las calles sin alumbrado, otra cara se muestra al mundo, una que pretende proyectar normalidad y fortaleza, cuando la realidad es de agotamiento y desesperanza.

El pueblo por encima de todo” no es una consigna, sino un llamado a la coherencia. Si Cuba quiere ser solidaria con otros, primero debe ser justa consigo misma, garantizar lo esencial y no seguir exigiendo a los suyos un sacrificio que ya roza lo inhumano.

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