Washington, 6 de junio de 2025 – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado este viernes su enfrentamiento público con el empresario tecnológico Elon Musk, a quien ha calificado de haber “perdido la cabeza” y con quien, según afirmó, no tiene interés alguno en reconciliarse por el momento.
En declaraciones concedidas a la cadena ABC News, Trump fue cuestionado sobre una posible llamada entre ambos que, según fuentes cercanas a la Casa Blanca, podría haber servido para limar asperezas. Sin embargo, el mandatario respondió con desdén: “¿Os estáis refiriendo al hombre que se ha vuelto loco?”, dejando claro su desinterés en cualquier acercamiento: “No estoy particularmente interesado en hablar con él”.
Poco después, en una entrevista paralela con CNN, Trump mantuvo el mismo tono: “Ese pobre chico tiene un problema. Ni siquiera estoy pensando en él. Me parece que no voy a hablar con él durante un tiempo, pero le deseo el bien”.
Las tensiones entre ambos, que en otros momentos han mantenido una relación de mutuo respeto, se agravaron tras el rechazo de Musk al nuevo plan fiscal impulsado por la administración Trump, actualmente en proceso de debate en el Congreso de Estados Unidos. El fundador de Tesla y SpaceX criticó duramente la propuesta, advirtiendo que podría conducir al país “a la ruina económica”.
En una comparecencia ante los medios en la Casa Blanca, Trump no ocultó su malestar: “Estoy muy decepcionado porque Elon conocía los entresijos de este proyecto de ley mejor que casi cualquiera de los presentes. Mejor que ustedes. Él lo sabía todo”, expresó el presidente en tono molesto.
La disputa pública entre ambos íconos conservadores del poder económico y político norteamericano se da en un momento en que Trump busca afianzar su segundo mandato con medidas económicas de impacto, mientras Musk sigue perfilándose como una voz influyente pero impredecible en el entorno empresarial y mediático.
Aunque Trump ha minimizado la posibilidad de una conversación en el corto plazo, la fractura entre ambos podría tener implicaciones mayores, especialmente de cara a los mercados tecnológicos y a la relación entre el gobierno federal y las grandes corporaciones del sector.
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