Entre rezos y resiliencia: el legado del catolicismo en Cuba y el recuerdo del Papa Francisco

En medio de un contexto marcado por desafíos sociales y económicos, la tradición católica en Cuba sigue siendo un pilar espiritual y cultural que resiste al paso del tiempo. Desde los templos coloniales hasta las manifestaciones populares de fe, el catolicismo cubano expresa una religiosidad compleja, marcada por el sincretismo y el arraigo popular. La reciente muerte del Papa Francisco, el pasado 28 de diciembre, ha reavivado la reflexión sobre el papel de la Iglesia en la isla, así como el impacto de su legado entre los fieles cubanos.

Raíces de una fe que forjó identidad

La historia del catolicismo en Cuba se remonta al siglo XVI, cuando los primeros misioneros acompañaron a los colonizadores españoles en su llegada al archipiélago. Aquellas primeras construcciones —como la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Baracoa, donde se conserva la histórica Cruz de la Parra— no solo fungieron como espacios de evangelización, sino también como epicentros de vida comunitaria y cultural. Más adelante, templos como la Catedral de San Cristóbal en La Habana Vieja o la Ermita de la Caridad del Cobre consolidaron una devoción mariana que atraviesa generaciones.

Estas iglesias, esculpidas en piedra coralina y enriquecidas con elementos de la cultura africana y caribeña, dieron lugar a un sincretismo religioso que distingue a Cuba del resto del mundo católico. La Virgen de la Caridad del Cobre, o Cachita, representa esa dualidad espiritual: venerada tanto en los altares católicos como en los tronos dedicados a Ochún, deidad afrocubana del amor y las aguas dulces. En este cruce de caminos, la fe se convierte en un lenguaje común que une a creyentes de distintas expresiones religiosas.

El catolicismo cubano en el presente: comunidad, sincretismo y esperanza

A pesar de que las cifras oficiales estiman que poco más del 40% de los cubanos se identifica como católico, la práctica religiosa se manifiesta con fuerza simbólica en la vida cotidiana. Celebraciones como la peregrinación a El Cobre cada 8 de septiembre, la festividad de San José o los Vía Crucis durante la Semana Santa movilizan a comunidades enteras en expresiones de fe que desbordan los templos.

En los hogares, es frecuente encontrar altares en los que conviven imágenes de santos católicos con orishas de la santería. Esta convivencia ha favorecido una religiosidad abierta, comunitaria y profundamente arraigada. Hermandades como la de la Virgen de Regla celebran misas que concluyen con ofrendas al mar, testimonio de una espiritualidad mestiza que sigue siendo motor de identidad y consuelo frente a las adversidades.

Francisco: un Papa cercano al pueblo cubano

La figura del Papa Francisco ha ocupado un lugar especial en el corazón de muchos cubanos. Su visita a la isla en 2015 marcó un antes y un después en la relación entre la Iglesia y la sociedad. A diferencia de sus predecesores, Francisco logró tender puentes emocionales con un pueblo históricamente marcado por restricciones religiosas. En La Habana, Santiago y Holguín celebró misas multitudinarias, se reunió con jóvenes, enfermos y religiosos, y dejó gestos imborrables, como su oración silenciosa ante la imagen de la Virgen de la Caridad en su santuario.

Más allá de los símbolos, su pontificado animó a la Iglesia cubana a asumir un rol más activo en la vida social. Bajo su inspiración, surgieron iniciativas que hoy ofrecen apoyo a ancianos, formación a jóvenes y asistencia a familias vulnerables. Su mensaje de misericordia, su insistencia en el diálogo y su opción preferencial por los pobres resonaron especialmente en un país donde muchos enfrentan carencias materiales y espirituales.

Tras su fallecimiento a los 88 años, misas conmemorativas se celebraron en todo el país, y en lugares como la Catedral de La Habana o El Cobre se multiplicaron los homenajes. Para muchos cubanos, Francisco no fue solo el líder de la Iglesia universal, sino una figura paterna que supo hablar al alma del pueblo.

Fe que permanece, más allá de los desafíos

En un contexto en el que las limitaciones económicas y sociales afectan a diario la vida de los ciudadanos, la Iglesia católica sigue representando un espacio de consuelo, comunidad y trascendencia. Aunque la asistencia a las misas dominicales es modesta —se calcula en unos 150,000 fieles semanales—, el fervor y la perseverancia de las comunidades católicas cubanas evidencian que la fe no ha disminuido, sino que ha aprendido a reinventarse.

La tradición católica en Cuba, nutrida por siglos de historia y transformada por su convivencia con otras expresiones espirituales, continúa siendo un testimonio de esperanza. En cada oración, en cada peregrinación, en cada gesto de solidaridad en los barrios, se percibe la herencia de una fe que, más allá de los templos, vive en el corazón del pueblo. La muerte del Papa Francisco no ha sido solo motivo de duelo, sino también de reafirmación de una identidad espiritual que sigue acompañando a los cubanos en su búsqueda de sentido, dignidad y justicia.

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