Desfile militar con banderas en Irán

Siria, ante un nuevo desafío: el avance del terrorismo y la incertidumbre política

La creciente actividad de grupos extremistas en Siria ha consolidado al país como el tercero más afectado por el terrorismo en 2024, de acuerdo con el Índice Global de Terrorismo (GTI) elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz. Con un incremento del 16% en la cantidad de atentados y un 4% más de víctimas mortales, las nuevas autoridades encabezadas por Ahmad al Shara se enfrentan a un escenario complejo en el que el resurgimiento de Estado Islámico representa una amenaza inminente para la estabilidad de la región.

El vacío de poder tras la caída del régimen de Bashar al Assad el pasado diciembre ha facilitado la expansión de Estado Islámico, que ha incrementado sus ataques en casi un 50% y ha sido responsable del 95% de las muertes vinculadas al terrorismo en Siria durante el último año. Las provincias orientales de Deir Ezzor y Homs han sido los principales focos de violencia, con el 76% de los atentados registrados en estas zonas fronterizas con Irak.

La respuesta de Washington y la incertidumbre en el terreno

El agravamiento de la crisis ha motivado una respuesta militar por parte de Estados Unidos, que, el mismo día de la caída de Al Assad, llevó a cabo más de 75 bombardeos de precisión contra objetivos de Estado Islámico en el centro de Siria. En un comunicado, el jefe del Mando Central del Ejército estadounidense (CENTCOM), general Michael Kurilla, enfatizó que su país «no permitirá que Estado Islámico recupere fuerza y se aproveche de la situación en Siria». Además, advirtió que cualquier grupo que respalde al terrorismo en la región «rendiría cuentas», en una clara alusión a la administración interina de Al Shara.

Desde su llegada al poder, el nuevo líder sirio ha intentado distanciarse del extremismo y ha reafirmado su intención de combatir a Estado Islámico. No obstante, su historial genera escepticismo en la comunidad internacional. Antes de convertirse en presidente interino, Al Shara lideraba Hayat Tahrir al Sham (HTS), un grupo yihadista surgido de la guerra civil siria. Aunque su trayectoria muestra un giro pragmático, alejándose de Al Qaeda y consolidando su control en el noroeste del país, aún persisten dudas sobre su capacidad para gobernar y garantizar la seguridad en un país fragmentado.

La disolución de Hurras al Din y el giro estratégico de EE.UU.

A pesar de que Estado Islámico sigue siendo la mayor amenaza, Washington ha centrado su atención en los últimos meses en la filial de Al Qaeda en Siria, Hurras al Din, que en enero anunció su disolución por orden del mando central de la organización terrorista. No obstante, informes de la ONU estiman que el grupo aún cuenta con entre 1.500 y 2.000 combatientes, lo que genera interrogantes sobre su futuro y la posibilidad de que sus integrantes se integren en otras facciones armadas.

Desde esa declaración, el Ejército estadounidense ha realizado tres ataques selectivos contra figuras clave de Hurras al Din, eliminando a altos mandos en operaciones llevadas a cabo entre finales de enero y febrero. A pesar de ello, la estrategia de Washington en Siria sigue siendo objeto de debate, especialmente por la falta de coordinación con las nuevas autoridades sirias y la compleja red de alianzas en el territorio.

¿Es Al Shara la clave para contener a Estado Islámico?

En un análisis publicado en Foreign Affairs, el exembajador de EE.UU. en Siria, Robert Ford, argumenta que la estrategia estadounidense debería reconsiderar su enfoque y establecer un canal de comunicación con Al Shara para combatir a Estado Islámico de manera más efectiva. Según Ford, HTS, que ahora lidera el gobierno interino, ha demostrado en el pasado su capacidad para debilitar tanto a Estado Islámico como a Al Qaeda en el norte del país, lo que podría convertirlo en un actor clave en la lucha contra el terrorismo.

Sin embargo, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), aliadas históricas de EE.UU. en la lucha contra el yihadismo, enfrentan una creciente presión de Turquía y del Ejército Nacional Sirio (ENS), lo que podría comprometer su efectividad en la región. La estabilidad en Siria depende en gran medida de la capacidad de las nuevas autoridades para consolidar un gobierno legítimo y evitar que el país siga siendo un terreno fértil para el extremismo.

El futuro de los campos de refugiados de Al Hol y Al Roj, donde se encuentran cerca de 40.000 personas vinculadas a Estado Islámico, es otro punto de preocupación. Si las FDS pierden el control de estos enclaves, la posibilidad de que militantes del grupo terrorista escapen y reanuden sus actividades sería un riesgo considerable para la seguridad regional.

Frente a este panorama, la comunidad internacional enfrenta una decisión crucial: seguir aislando a Al Shara o explorar una cooperación estratégica que permita contener la amenaza yihadista en Siria. Por ahora, el destino del país sigue en la balanza, mientras la violencia y la incertidumbre marcan el inicio de una nueva etapa política.

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