El restablecimiento parcial del servicio eléctrico en Cuba tras días de apagones masivos no logra aliviar la preocupación de la población, ya que las autoridades han reconocido que los problemas persistirán debido al deterioro crítico de las centrales termoeléctricas y a la escasez crónica de combustible.
Recuperación limitada y frágil
La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) ha informado que varias unidades generadoras han retomado operaciones tras reparaciones de emergencia. No obstante, el sistema eléctrico nacional continúa operando bajo condiciones críticas, con un déficit diario que supera el 25% de la demanda. Esto ha obligado a mantener los apagones programados, afectando gravemente a las comunidades y sectores productivos.
El panorama es desalentador: varias de las principales plantas termoeléctricas del país operan con tecnologías obsoletas, acumulando décadas de uso sin un mantenimiento adecuado. Estas instalaciones, pilares de la generación energética en Cuba, están al borde del colapso debido a la falta de inversión y piezas de repuesto.
Falta de combustible agrava la crisis
A esta problemática se suma la escasez de combustible, un factor que limita aún más la capacidad de generación. Las reservas de crudo y diésel, esenciales para operar tanto las termoeléctricas como las plantas de generación móvil, están en mínimos históricos. Según fuentes oficiales, las restricciones en el suministro están vinculadas a dificultades económicas y al acceso limitado a mercados internacionales.
La situación se agrava en un contexto de sanciones económicas y deudas acumuladas con proveedores, lo que dificulta adquirir los recursos necesarios para estabilizar el sistema eléctrico.
Impacto prolongado en la población y la economía
Los prolongados cortes de energía afectan a millones de cubanos, que enfrentan interrupciones constantes en servicios básicos como el agua potable, la producción de alimentos y la atención sanitaria. En los hogares, los apagones se traducen en horas de calor sofocante sin ventilación, alimentos dañados por la falta de refrigeración y la imposibilidad de realizar actividades cotidianas.
La crisis también ha paralizado sectores clave de la economía, como la industria y el turismo, que dependen de un suministro energético constante. El impacto amenaza con agravar aún más la ya frágil situación económica del país.
Reconocimiento oficial de la magnitud del problema
En declaraciones recientes, las autoridades han admitido que no existen soluciones inmediatas para los problemas energéticos de la isla. «Estamos enfrentando un escenario complejo, con limitaciones materiales y un parque termoeléctrico envejecido que requiere inversiones millonarias para su recuperación», señaló un funcionario de la UNE.
Mientras tanto, los cubanos intentan adaptarse a una realidad marcada por la incertidumbre y la precariedad energética. Los llamados oficiales al ahorro y al uso eficiente de la electricidad se enfrentan a la frustración de una población que demanda soluciones estructurales y un plan concreto para superar esta crisis energética que parece no tener fin.