En una noche marcada por apagones masivos y un país sumido en la escasez de combustible y alimentos, Sandro Castro, nieto de Fidel Castro, cumplió su promesa y organizó una extravagante fiesta de cumpleaños en el exclusivo EFE Bar de La Habana. A pesar de que horas antes había anunciado la suspensión del evento, finalmente celebró con lujo y derroche, dejando claro el abismo entre los privilegios de la élite y las penurias de la mayoría de los cubanos.
«La rompimos en EFE Bar»
En un reel publicado en su cuenta de Instagram, Sandro Castro compartió imágenes de su celebración mientras cantaba: «A mí me importa poco lo que se diga de mí». La frase, acompañada de escenas de bebidas caras, luces y música, resonó como un insulto para los millones de cubanos que esa misma noche enfrentaban apagones y se iban a la cama con hambre.
El evento, que incluyó electricidad constante, alimentos y bebidas premium, contrastó con la realidad de la mayoría del país. Mientras la población lidia con largas horas sin luz debido a termoeléctricas en mal estado y falta de combustible, Sandro y su círculo cercano disfrutaron de una noche sin restricciones, como si los problemas que afectan al resto de los cubanos no existieran para ellos.
Una élite desconectada de la realidad
La fiesta de Sandro Castro se celebró mientras en La Habana se llevaban a cabo conversaciones migratorias entre Cuba y Estados Unidos, donde las autoridades cubanas justificaban las crisis energética, alimentaria y económica del país como resultado del embargo estadounidense. Sin embargo, la ostentación de Sandro y su círculo cercano pone en evidencia una desconexión total entre la narrativa oficial y la realidad que vive el pueblo cubano.
“Para ellos no hay ni bloqueo, ni contingencias, ni apagones, ni revolución. Esas calamidades son para que las sufra y las padezca el pueblo”, comentó un usuario en redes sociales. Muchos ven en esta celebración un ejemplo más de los privilegios exclusivos de una élite que parece ajena al sufrimiento diario de la mayoría de los cubanos.
Los cubanos, al límite de su paciencia
El anuncio inicial de la suspensión de la fiesta había generado un atisbo de esperanza para quienes esperaban un gesto de sensibilidad. Sin embargo, la celebración terminó realizándose, lo que muchos califican como «otra mentira más» que se suma al desencanto generalizado.
“La gente está cansada, ya no aguanta más. Mientras ellos celebran, nosotros estamos en penumbras, haciendo colas para comprar comida o buscando cómo resolver un poco de agua para cocinar”, expresó un habanero entrevistado por medios independientes.
Una noche que resume las desigualdades de Cuba
La frase «La rompimos en EFE Bar», publicada por Sandro Castro, se ha convertido en el símbolo del contraste entre la vida que llevan las figuras cercanas al poder y la realidad que enfrenta el pueblo cubano. Para muchos, la fiesta de Sandro es un recordatorio doloroso de las profundas desigualdades que atraviesan al país, donde unos pocos disfrutan de privilegios ilimitados mientras la mayoría lucha por sobrevivir día a día.
La paciencia de los cubanos parece estar llegando al límite. En redes sociales, las críticas hacia Sandro y su entorno no cesan, y cada vez más personas expresan su descontento con un sistema que, según ellos, les ha fallado y los ha dejado a merced de la miseria y el olvido.