Sandro Castro, nieto del fallecido líder cubano Fidel Castro, desató una nueva ola de indignación tras publicar un video en redes sociales en el que defendió su lujosa fiesta de cumpleaños y confirmó ser el propietario del EFE Bar en La Habana. En el video, Castro se refirió a sus críticos como «voceros de Estados Unidos», mientras justificaba su celebración como algo que haría “cualquier joven revolucionario”.
Sin embargo, sus declaraciones y su ostentación contrastan de manera flagrante con la realidad de la mayoría de los cubanos, quienes enfrentan diariamente escasez de alimentos, apagones prolongados y un transporte público deplorable. La fiesta de cumpleaños, que tuvo lugar en su exclusivo bar, se suma a la larga lista de ejemplos que subrayan las profundas desigualdades en la isla, donde una élite disfruta de privilegios que están fuera del alcance de casi toda la población.
«Usted no es un cubano corriente»
Las palabras de Sandro Castro han generado duras críticas entre cubanos dentro y fuera de la isla. Manuel, un joven residente en La Habana, expresó con frustración: «Revolucionario no es quien organiza fiestas de lujo en bares exclusivos, mientras otros no pueden ni pagar un pastel de cumpleaños. Revolucionario es quien se levanta a las cinco de la mañana, camina kilómetros porque no hay transporte, después de una noche de apagones, para dar un servicio a la población. Sandro Castro no es un revolucionario, es un vividor lleno de privilegios».
Para el 99 % de los cubanos, la idea de celebrar un cumpleaños en un bar exclusivo o publicar un video desde un carro moderno no es más que un sueño inalcanzable. La mayoría lucha día a día para cubrir necesidades básicas en un país donde los ingresos no alcanzan para costear lo esencial. El contraste entre la vida de lujos de Sandro Castro y las penurias de los ciudadanos de a pie es un recordatorio doloroso de las desigualdades que persisten en la isla.
El EFE Bar y la realidad de los emprendedores cubanos
Mientras el bar EFE, propiedad de Sandro Castro, parece prosperar en La Habana, muchas micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en el interior del país enfrentan un futuro incierto. La combinación de acoso burocrático, falta de recursos y un mercado interno deprimido ha llevado al cierre de innumerables negocios que, a diferencia del bar de Castro, no cuentan con los beneficios y privilegios asociados a su apellido.
La juventud cubana, sin acceso a las oportunidades que Sandro Castro da por sentadas, se ve obligada a emigrar en busca de un futuro mejor. En lugar de contribuir a la reconstrucción económica y social del país, figuras como Sandro Castro parecen disfrutar de un estilo de vida que no solo es inaccesible para la mayoría, sino que también insulta las luchas diarias de los cubanos comunes.
Indignación generalizada
La fiesta y el video de Sandro Castro no solo han generado rechazo entre los cubanos de a pie, sino que también han provocado una ola de críticas en redes sociales. «En un país sumido en la miseria, es insultante que alguien diga que ‘es un joven normal’ mientras disfruta de lujos inalcanzables para la mayoría», expresó otro usuario en redes sociales.
Sandro Castro intenta justificar su vida de excesos argumentando que actúa como «un joven revolucionario», pero su mensaje no solo dista de la realidad, sino que subraya el privilegio que lo separa de los millones de cubanos que luchan por sobrevivir. En una Cuba en crisis, este tipo de ostentación solo profundiza las divisiones sociales y el resentimiento entre los que tienen todo y los que no tienen nada.