La denuncia pública realizada por Elizabeth González Aznar sobre el trato recibido por su padre, el Dr. Raúl González Hernández, científico cubano creador de la línea de medicamentos antianémicos TROFIN, ha generado una ola de indignación. La situación del Dr. González, quien dedicó más de 45 años de su vida a la ciencia en Cuba, es un reflejo de cómo se trata en el país a quienes han contribuido de manera significativa al bienestar colectivo, pero luego son relegados al olvido.
El Dr. González, fundador del laboratorio de antianémicos del Centro Nacional de Biopreparados (BioCen), desarrolló TROFIN, una línea de productos que incluye jarabes y tabletas para tratar la anemia ferropénica, beneficiando a grupos vulnerables como niños, ancianos, embarazadas y pacientes con enfermedades crónicas. Sin embargo, tras su jubilación, este destacado científico enfrenta el indignante desafío de mendigar el medicamento que él mismo creó para su hija, quien padece anemia crónica debido a problemas de salud.
En su denuncia, Elizabeth detalla cómo su padre ha intentado, sin éxito, obtener el medicamento a través de contactos en el BioCen, solo para recibir excusas, evasivas y, en ocasiones, ser ignorado por completo. Mientras tanto, el medicamento ha aparecido a la venta en ferias populares, farmacias y hasta en el mercado informal a precios exorbitantes. “Es denigrante, pero lo necesitaba. Ya de un tiempo para acá ni eso, y entonces volvió mi padre a contactar con diferentes personas del BioCen. Mendigar es la palabra”, expresó con indignación.
Esta situación evidencia una falta de ética y profesionalismo que, según la familia del científico, ha sobrepasado todos los límites. “Llegar a tus 79 años y ser tratado así… Es decepcionante y vergonzoso”, afirmó Elizabeth, quien también recordó cómo su madre, igualmente científica consagrada, trabajó junto a su padre en los ensayos clínicos del medicamento, sacrificando su vida personal por el bien colectivo.
La denuncia también apunta al vacío legal y ético en el sistema cubano que no reconoce la propiedad intelectual personal, dejando a los creadores sin derechos sobre sus propias invenciones. A pesar de que el Dr. González es reconocido internacionalmente como el creador de TROFIN, en Cuba es tratado como un desconocido.
Esta historia pone en evidencia las contradicciones del sistema socialista cubano, donde, según la denuncia, la falta de ética y humanidad hacia quienes han aportado al desarrollo del país es alarmante. En redes sociales, las reacciones han sido contundentes. «¿Cómo puede un país que se jacta de sus logros en salud y ciencia abandonar así a quienes los construyeron?», comentó un usuario. Otro señaló: «A esto llaman continuidad y socialismo, pero en realidad es una vergüenza nacional».
La situación del Dr. González no es un caso aislado. Otros profesionales jubilados han denunciado situaciones similares, reflejando un sistema que parece olvidar a quienes lo sostuvieron. Mientras tanto, el silencio de las autoridades, incluida la Asamblea Nacional y los medios estatales, continúa siendo una de las críticas más recurrentes entre los cubanos.
“Honor a quien honor merece”, concluyó Elizabeth en su denuncia, exigiendo respeto y justicia para su padre y para todos los científicos que, como él, dedicaron su vida al progreso de un país que ahora los ha relegado al olvido. Esta desgarradora historia es un llamado de atención sobre la necesidad de dignificar a quienes han sido pilares en el desarrollo de Cuba.