La comunidad campesina en Cuba se encuentra en un estado de alerta crítica debido a la inminente llegada de la temporada de ciclones, exacerbando los ya graves desafíos en la agricultura, marcados por políticas gubernamentales ineficaces y un aparente desinterés por las condiciones laborales del sector agrícola.
Los agricultores cubanos luchan por mantener sus cultivos frente a un contexto de restricciones severas y carencia de recursos, factores que los obligan a laborar la tierra en condiciones extremadamente desfavorables. «Las herramientas son obsoletas y no tenemos acceso a tecnología que podría aliviar el peso de nuestro trabajo», señala un campesino de Pinar del Río, reflejando un sentir general en las comunidades rurales.
La productividad agrícola en Cuba ha sido históricamente baja, situación que se agrava por la falta de inversión en infraestructura moderna y un sistema burocrático que limita severamente la autonomía de los agricultores para tomar decisiones estratégicas sobre sus cultivos y administración de tierras. Estos problemas se ven acompañados de una rigidez en la importación y distribución de insumos básicos, lo que deja a los agricultores con pocas opciones para mejorar sus rendimientos.
Ante el riesgo de ciclones, que anualmente amenazan con destruir lo poco que se logra cultivar, los campesinos expresan una profunda frustración por la falta de apoyo gubernamental en la implementación de medidas de protección efectivas. «Sabemos que viene el mal tiempo, pero ¿qué podemos hacer? Aquí seguimos esperando ayuda que nunca llega», comenta desesperanzado otro agricultor de la región de Sancti Spíritus.
La crítica situación ha llevado a algunos campesinos a pedir reformas agrícolas profundas y una reevaluación de las políticas que rigen la agricultura en Cuba. Argumentan que sin cambios significativos, la seguridad alimentaria del país seguirá en riesgo, especialmente en un contexto de cambio climático que promete hacer más frecuentes y severos los fenómenos meteorológicos extremos.
La crisis en el campo cubano no es solo un problema de recursos, sino también un claro reflejo de las políticas gubernamentales que necesitan ser revisadas urgentemente para salvaguardar el bienestar de los agricultores y asegurar un futuro sostenible para la agricultura en la isla.