Madrid, 8 de marzo de 2025 – Ayer, el mundo conmemoró el Día Internacional de la Mujer con multitudinarias marchas, actos simbólicos y debates que pusieron en el centro del escenario la persistente lucha por la igualdad de género. En el 50 aniversario de su oficialización por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la jornada estuvo marcada por la reivindicación de derechos aún pendientes, la memoria de quienes impulsaron esta causa y el compromiso de seguir avanzando en un mundo donde la brecha de género sigue siendo una realidad palpable.
Un día con raíces en la historia
El 8 de marzo no es una fecha cualquiera. Su origen se remonta a las luchas obreras del siglo XIX, cuando trabajadoras textiles de Nueva York alzaron la voz contra la explotación laboral. Más tarde, el trágico incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en 1911, donde murieron 146 trabajadoras en condiciones inhumanas, dio un nuevo impulso a la causa. Pero fue en 1917, en plena Revolución Rusa, cuando miles de mujeres se movilizaron en Petrogrado para exigir «pan y paz», un acontecimiento que llevó a la caída del zarismo y consolidó el 8 de marzo como símbolo de resistencia.
Desde entonces, la fecha se convirtió en un referente global para la lucha por los derechos de las mujeres. En 1975, la ONU la declaró oficialmente Día Internacional de la Mujer, y desde entonces, cada año, esta jornada se convierte en un recordatorio de los avances logrados y de los desafíos que persisten.
Movilizaciones en el mundo: del júbilo a la denuncia
Este año, la conmemoración tuvo un significado especial. En Madrid, decenas de miles de personas se reunieron en una marcha que recorrió el centro de la capital bajo el lema «Nos va la vida en ello», exigiendo políticas efectivas contra la violencia de género, igualdad salarial y mejores condiciones laborales. Pancartas moradas, himnos feministas y discursos apasionados marcaron la jornada.
En América Latina, la protesta tomó un tono aún más combativo. En Ciudad de México, las calles se llenaron de carteles con nombres de mujeres víctimas de feminicidio, mientras los gritos de «Ni una menos» resonaban con fuerza. En Buenos Aires, las demandas se centraron en la crisis económica y su impacto en las mujeres, particularmente en aquellas que encabezan hogares monoparentales o trabajan en sectores precarizados.
En otras regiones, la jornada se vivió con contrastes. En Afganistán, donde las mujeres han visto sus derechos recortados bajo el régimen talibán, pequeñas protestas clandestinas desafiaron el control gubernamental. En Europa y Estados Unidos, además de las tradicionales marchas, se llevaron a cabo eventos académicos y culturales que reflexionaron sobre el papel de las mujeres en la sociedad y los desafíos que aún enfrentan.
Promesas y críticas: la brecha entre el discurso y la acción
Varios gobiernos aprovecharon la fecha para anunciar medidas en favor de la equidad de género. En España, el Ministerio de Igualdad presentó un plan educativo para combatir la discriminación desde la infancia. Francia anunció sanciones más severas para el acoso laboral, mientras que en Japón se comprometieron a aumentar la presencia femenina en altos cargos empresariales.
Sin embargo, activistas y organizaciones señalaron que, aunque estos anuncios son bien recibidos, en muchos casos las políticas quedan en promesas sin un respaldo presupuestario real. «No basta con decir que se va a actuar, necesitamos cambios estructurales y voluntad política para implementarlos», declaró una manifestante en Londres.
Más que una efeméride: una jornada de memoria y lucha
El 8 de marzo de 2025 no fue solo una celebración, sino un llamado a la acción. Desde las trabajadoras que desafiaron condiciones inhumanas hace más de un siglo hasta las mujeres que hoy siguen luchando en contextos de violencia y desigualdad, la historia del movimiento feminista es una de resistencia y transformación.
Las manifestaciones de ayer dejaron claro que la lucha no ha terminado. Como expresó una manifestante en Madrid: «Celebramos lo que hemos conquistado, pero también peleamos por lo que nos falta. El futuro de nuestras hijas depende de lo que hagamos hoy». En un mundo donde la igualdad de género sigue siendo una meta lejana en muchos ámbitos, el 8 de marzo sigue siendo, más que una fecha conmemorativa, un grito colectivo por un mañana más justo.