La ciudad de Camagüey se convirtió en el epicentro del arte teatral durante el Festival Nacional de Teatro, un evento que año tras año reúne lo más destacado de las artes escénicas en Cuba. En esta ocasión, el festival quedó marcado por la presencia inigualable de Verónica Lynn, una de las figuras más prominentes del teatro cubano, quien a sus 93 años sigue demostrando que el arte y la pasión no tienen edad.
Lynn, un símbolo viviente del teatro en la isla, protagonizó la obra Frijoles colorados, una comedia del absurdo que desborda ingenio y reflexión. Junto al actor Jorge Luis de Cabo, la obra ofreció una mirada cargada de humor y sensibilidad sobre la vida de dos ancianos que enfrentan una batalla imaginaria contra una rata. La puesta en escena, realizada en el Centro Cultural José Luis Tasende, dejó en claro que el teatro no solo es un espacio de entretenimiento, sino también un medio para explorar las complejidades de la existencia humana.
La actuación de Verónica Lynn fue simplemente deslumbrante. En el escenario, mostró una vitalidad que desafía las barreras del tiempo: cargó muebles, manipuló un baúl, se sentó en el suelo y se levantó con la agilidad de alguien que, a pesar de sus años, conserva la energía de la juventud. Pero más allá de sus movimientos físicos, lo que realmente cautivó al público fue su capacidad para transmitir emociones con una naturalidad que solo una maestra de las tablas puede lograr.
Un tesoro nacional en escena
El dramaturgo y crítico Norge Espinosa, presente en la función, sintetizó lo que muchos sentían al verla actuar: “Apláudanla y quiéranla mucho, porque ella es un tesoro nacional”. Estas palabras, cargadas de admiración, resonaron en una sala colmada de aplausos y emoción.
La ovación al final de la obra fue más que un reconocimiento a su talento; fue un tributo a una vida dedicada al arte. Con más de siete décadas de carrera, Verónica Lynn no solo ha sido testigo de los cambios en la escena cultural cubana, sino que también ha sido protagonista y motor de muchos de ellos.
Reflexiones de una artista inmortal
En un emotivo encuentro con la prensa tras la función, Lynn expresó su satisfacción al ver cómo la comedia comienza a recuperar su espacio en el teatro cubano. “Estoy muy contenta porque estoy notando que en el teatro se está retomando la comedia, que hace tanta falta. La comedia es muy importante para decir cosas sin ser explícito, dejar que el público se ría y piense. Sabemos que el pasado no es mejor, pero es nuestro pasado, tiene partes importantes de nuestra formación y momentos muy buenos para recordar”, señaló.
Acerca de su longevidad y energía, comentó: “Mis 93 años… Yo quisiera cumplir un poquito más, pero siempre con esta energía. Cuando yo pierda la fuerza para pararme en un escenario, para representar un personaje, ya no me interesará seguir. Creo que ya cumplí, y como dice Martí, ‘la muerte no existe para el hombre que ha cumplido la acción de la vida’”.
El Festival Nacional de Teatro: una tradición imprescindible
El Festival Nacional de Teatro de Camagüey ocupa un lugar especial en el corazón de la actriz, quien no dudó en expresar su amor por este evento. “El Festival de Camagüey para mí es importantísimo. Siempre me da una alegría enorme que se mantenga. Si me pones el Festival Internacional de La Habana comparado con el de Camagüey, yo priorizo este. Es legendario. Aquí viene lo mejor, se hace una selección de lo mejor, y tengo el orgullo de que esta vez seleccionaron algo mío”.
La artista también dedicó palabras de aliento a las nuevas generaciones, quienes, según ella, ya cargan con la responsabilidad de mantener viva la tradición teatral cubana. “Ya en Cuba, todos los medios: la radio, el cine, la televisión, el teatro, están en los hombros de la gente joven. Ellos son el futuro, y se avecina un futuro prometedor porque lo vemos, se visualiza. Hay gente con mucha potencialidad de ser grandes artistas”, afirmó.
El legado de Verónica Lynn: un faro para el teatro cubano
La presencia de Verónica Lynn en el Festival Nacional de Teatro fue mucho más que una actuación; fue una celebración de la vida y la memoria cultural de Cuba. Su energía, su pasión y su capacidad para conectar con el público recuerdan que el arte tiene el poder de transformar y de perpetuar lo mejor de nuestra identidad como pueblo.
Mientras existan figuras como Verónica Lynn, el teatro cubano seguirá brillando con luz propia, como un faro que guía tanto a las generaciones actuales como a las futuras, reafirmando la importancia de preservar y enaltecer nuestras tradiciones culturales. En cada aplauso que recibió en Camagüey, quedó plasmado el respeto y el cariño hacia una mujer que, a sus 93 años, sigue siendo el corazón del teatro en Cuba.