Tres personas saludándose en una reunión formal

Trump cambia el rumbo: molestia en Miami por señales de acercamiento con Venezuela

El panorama político en Estados Unidos respecto a Venezuela ha comenzado a cambiar, generando desconcierto y malestar entre sectores del exilio cubano y venezolano en el sur de Florida. Según declaraciones recientes del ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, Washington y Caracas estarían sosteniendo un canal de comunicación no oficial, en el marco de un posible giro en la política exterior de la Casa Blanca hacia el régimen de Nicolás Maduro.

En una intervención televisiva, Cabello afirmó que el gobierno del presidente Donald Trump ha comenzado a dejar de lado a los congresistas republicanos de línea dura del sur de Florida, como María Elvira SalazarCarlos Giménez y Mario Díaz-Balart, a quienes se refirió despectivamente como los “cubanos locos”. Según el alto funcionario venezolano, la administración estadounidense ha optado por iniciar conversaciones discretas con Caracas, moviéndose hacia una estrategia más pragmática que prioriza intereses económicos y migratorios, en lugar de sanciones y presión diplomática.

Un giro estratégico con implicaciones políticas

Este cambio de enfoque ha sido interpretado por analistas como un intento de rediseñar la política estadounidense hacia Venezuela, con el respaldo de actores influyentes como grandes corporaciones, estrategas republicanos y sectores del complejo energético. En este nuevo esquema, se barajan opciones como aliviar sanciones selectivas, promover el retorno de empresas petroleras estadounidenses —incluida Chevron— al mercado venezolano, y establecer acuerdos de cooperación migratoria.

El matiz conciliador contrasta con la retórica dura que Trump mantuvo durante su primer mandato, cuando impulsó una política de sanciones económicas y aislamiento diplomático contra Maduro, ganándose el apoyo de las comunidades exiliadas. El aparente cambio de rumbo ha generado inquietud en Miami, bastión electoral clave donde residen más de 350,000 venezolanos y un numeroso exilio cubano anticastrista.

Negociaciones paralelas y choques internos

De acuerdo con información publicada por The New York Times, este viraje ha generado fricciones dentro del propio equipo de Trump. Un intento de canje humanitario, liderado por el secretario de Estado Marco Rubio y el diplomático John McNamara, pretendía intercambiar a 250 migrantes venezolanos detenidos por 11 ciudadanos estadounidenses y decenas de presos políticos venezolanos. La operación había avanzado hasta la organización de vuelos y la definición de la logística.

Sin embargo, el proceso se vino abajo cuando el enviado especial Richard Grenell inició negociaciones paralelas con el régimen venezolano, proponiendo una vía diferente que incluía levantar sanciones energéticas a cambio de liberar únicamente a los ciudadanos estadounidenses. Esta falta de coordinación generó confusión tanto en Caracas como en Washington, y terminó por truncar el acuerdo.

El caso ha puesto en evidencia la existencia de visiones encontradas dentro del gobierno de Trump sobre cómo abordar la situación venezolana: mientras un sector apuesta por mantener la presión y las sanciones, otro ve en la diplomacia directa una oportunidad de resolver problemas prácticos, como la migración y el acceso al petróleo.

Una apuesta arriesgada con costos políticos

La posibilidad de una negociación abierta con Maduro ha generado una fuerte reacción entre activistas y políticos del sur de Florida, quienes ven esta estrategia como una traición al compromiso de luchar contra las dictaduras en América Latina. En un estado donde el voto latino es decisivo, el cambio de narrativa podría tener consecuencias en las elecciones legislativas y presidenciales de 2026.

Cabello, por su parte, afirmó que estos contactos han generado “profunda preocupación” en la oposición venezolana y que el gobierno de Maduro está dispuesto a explorar esta nueva etapa. Según El Nuevo Herald, este proceso se estaría produciendo en silencio, sin pronunciamientos oficiales, pero con movimientos claros hacia una relación menos hostil.

Entre el pragmatismo y la lealtad

El dilema para Trump es complejo: mantener su base de apoyo en Florida o abrir la puerta a acuerdos que podrían favorecer la economía y aliviar la presión migratoria en estados clave. Según expertos citados por The New York Times, hay señales de que el enfoque basado solo en la presión ha llegado a un punto de estancamiento, y que una vía negociada podría generar beneficios tangibles para Estados Unidos.

Mientras tanto, el mensaje desde Venezuela es claro: la Casa Blanca estaría reconsiderando sus alianzas tradicionales y optando por un modelo más flexible, aunque eso implique enfrentarse a sus propios aliados en el Congreso.

Fuentes: El Nuevo Herald / The New York Times

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