La noticia parecía sacada de un episodio de ciencia ficción criolla: los trenes nacionales en Cuba pronto podrían contar con servicio de Wi-Fi a bordo. Sí, leyó bien. Wi-Fi. En trenes. En Cuba. El anuncio fue realizado por Robelis Lambert Matos, presidente de la Empresa de Soluciones Integrales de Telecomunicaciones s.a. (Solintel), durante un encuentro con la prensa organizado por el Grupo Empresarial de la Informática y las Comunicaciones (GEIC).
Según reporta Granma, las pruebas de campo ya concluyeron, tanto en trenes estacionados como en movimiento, y el proyecto se encuentra ahora en la fase de definición del modelo de negocio y adquisición de equipamiento. La intención, noble sin duda, es que los pasajeros disfruten de conectividad durante sus viajes. Pero la gran interrogante nacional persiste: ¿conectividad a qué?
Porque hablar de Wi-Fi en un país donde el internet móvil se arrastra como un coche motor sin combustible, puede resultar, cuanto menos, un ejercicio de optimismo revolucionario. La experiencia del usuario podría consistir en mirar fijamente la barra de conexión sin que cargue ni una página de Wikipedia, mientras el tren atraviesa zonas donde ni las palomas mensajeras logran señal.
Lambert Matos explicó que durante las pruebas detectaron «zonas de silencio» en la red ferroviaria, lo cual no debería sorprender a nadie que haya intentado enviar un mensaje de WhatsApp entre Ciego de Ávila y Camagüey. Aun así, el presidente de Solintel asegura que el proyecto es «viable», aunque reconoce que existen desafíos técnicos y, sobre todo, financieros para completar la implementación. Traducido al cubano: “lo vamos a hacer… si conseguimos cómo”.
El equipamiento utilizado en las pruebas será instalado inicialmente en un coche-motor, tentativamente en la línea Mariel, lo que da pie a una posibilidad inquietante: que el tren sí tenga Wi-Fi, pero no haya internet. Una red sin red. Algo así como instalar ascensores en un edificio sin electricidad.
Eso sí, entre los beneficios de esta brillante iniciativa –se nos asegura– está el “control de emisiones de estaciones radioeléctricas” y “mejorar la experiencia del pasajero”. Una experiencia que, por ahora, sigue siendo más cercana a leer un libro en papel que a ver una serie en streaming.
En fin, que mientras la velocidad del internet móvil en Cuba siga pareciendo una metáfora de la lentitud del desarrollo tecnológico insular, cabe preguntarse si la prioridad nacional debería ser dotar de Wi-Fi a los trenes, o simplemente lograr que los datos móviles funcionen al menos igual de rápido que el tren más viejo del país. Porque hoy por hoy, la competencia está reñida.