TRAGEDIA EN CÁRDENAS: UN JOVEN DE 29 AÑOS SE QUITA LA VIDA

El amanecer de este domingo en Cárdenas, provincia de Matanzas, estuvo marcado por un silencio que se sintió más hondo de lo habitual. La comunidad despertó con la triste noticia del fallecimiento de Lázaro, conocido cariñosamente como “el Máscara”, un joven de apenas 29 años que decidió poner fin a su vida.

La noticia se propagó con rapidez, primero entre los vecinos y luego en redes sociales, donde amigos y conocidos expresaron su dolor y desconcierto ante una pérdida que nadie esperaba. Quienes lo conocieron lo describen como un muchacho alegre, solidario, sociable, siempre dispuesto a tender la mano o compartir una sonrisa.

Uno de sus amigos escribió un mensaje que resume el sentir colectivo:
No te quitaste la vida, la vida te robó… me quitó más que un amigo, me quitó un hermano. Cada cumpleaños ya no será igual.”

El recuerdo de “el Máscara” ha quedado grabado en la memoria de muchos por su cercanía y energía vital. Pero detrás de las palabras de despedida se esconde una verdad más profunda: el creciente malestar emocional y la desesperanzaque afecta a numerosos jóvenes en Cuba.

Aunque los casos de suicidio siguen siendo un tema poco abordado públicamente, distintas comunidades del centro y occidente del país han reportado un aumento preocupante de jóvenes que atraviesan crisis emocionales sin encontrar ayuda o acompañamiento profesional.

Las dificultades económicas, la inestabilidad social y la falta de recursos en el ámbito de la salud mental agravan un panorama que muchos expertos consideran alarmante. La soledad, el estrés y la sensación de falta de futuro se convierten en una carga demasiado pesada para quienes no cuentan con apoyo psicológico o familiar.

La muerte de Lázaro debe servir no solo para lamentar una vida truncada, sino también para abrir un diálogo nacional sobre la salud mental y la necesidad de espacios de contención emocional. Hablar del suicidio con respeto y empatía no lo provoca: lo previene.

El silencio, en cambio, perpetúa el dolor y deja sin respuesta preguntas que siguen resonando:
¿Cuánto puede resistir un joven sin esperanza? ¿Qué mecanismos tiene una sociedad para sostener a quienes ya no pueden más?

Hoy, Cárdenas despide a uno de los suyos. Y en medio del duelo, emerge una reflexión colectiva: la salud mental importa, el acompañamiento salva y el silencio mata.

Fuente: testimonios locales y publicaciones en redes sociales
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