Las redes sociales han vuelto a ser el escenario de una controversia protagonizada por Sandro Castro, quien con su más reciente publicación por el Día Internacional de la Mujer ha generado una ola de críticas por el tono sexista y la representación superficial de la fecha. En lugar de un mensaje que reconociera el papel fundamental de las mujeres en la sociedad cubana, el nieto del fallecido líder Fidel Castro optó por compartir imágenes que refuerzan estereotipos denigrantes y una visión cosificada de la mujer.
En las fotos publicadas, se observa a Sandro Castro rodeado de mujeres vestidas de negro, con poses sugerentes y con una estética que parece más sacada de una fantasía personal que de una verdadera conmemoración del 8 de marzo. La puesta en escena, con un estilo que remite a la sumisión y la cosificación, ha sido interpretada como una burla a la lucha de las mujeres por la equidad y el respeto. En lugar de un tributo a los derechos de las mujeres, las imágenes evocan un ambiente que banaliza la fecha y refuerza un mensaje machista, ajeno a los valores que este día representa.
Más allá de la evidente falta de tacto, el mensaje de Sandro Castro no es un hecho aislado. Forma parte de una estrategia recurrente en la que busca generar controversia para monetizar sus redes sociales y mantener la atención del público, sin importar el costo social de sus publicaciones. La polémica no es un accidente, sino un método calculado para seguir lucrando con la atención mediática, aunque sea a costa de ofender a miles de personas.
El Día Internacional de la Mujer no es una celebración vacía ni una excusa para alimentar egos con imágenes que solo refuerzan el poder y la dominación masculina. Es una jornada de reflexión, de lucha por la igualdad y de reconocimiento al papel imprescindible de las mujeres en la sociedad. Mientras muchas cubanas enfrentan dificultades diarias, desde la escasez de recursos hasta la violencia de género, la publicación de Sandro Castro no solo resulta ofensiva, sino que muestra una total desconexión con la realidad del país.
Lejos de representar un homenaje, esta felicitación es un recordatorio del privilegio y la desconexión de quienes han crecido en un entorno donde las dificultades del cubano común son meras anécdotas lejanas. La respuesta en redes ha sido contundente: el mensaje de Sandro Castro no solo es inapropiado, sino que evidencia una mentalidad que sigue viendo a la mujer como un objeto de exhibición, más que como un pilar de la sociedad.