Raúl Castro Ruz reapareció este viernes en un acto oficial presidido junto al presidente Miguel Díaz-Canel, en el marco del aniversario 64 del Ministerio del Interior (MININT). El evento sirvió para formalizar varios ascensos dentro de la estructura militar, entre ellos el del ministro del Interior, Lázaro Alberto Álvarez Casas, promovido al grado de general de Cuerpo de Ejército.
La presencia de Raúl Castro, alejado de la vida pública durante varios meses, no pasó desapercibida. Su ausencia prolongada había alimentado especulaciones sobre su estado de salud, y su reaparición se interpreta como un intento de proyectar imagen de continuidad y respaldo al núcleo dirigente. Sin embargo, el acto tuvo lugar en un momento especialmente complejo para la sociedad cubana, marcado por una creciente ola de descontento popular ante el deterioro sostenido de las condiciones de vida en la isla.
En las últimas semanas, las quejas ciudadanas han alcanzado niveles sin precedentes. Los cortes eléctricos prolongados, la agudización del desabastecimiento de alimentos y medicamentos, y la paralización de servicios esenciales, han provocado una acumulación de frustración en diversos sectores de la población. A esto se suma el reciente “paquetazo” de la empresa estatal de telecomunicaciones ETECSA, que impuso nuevas tarifas y restricciones en el acceso a servicios móviles e internet, generando una reacción especialmente crítica entre jóvenes, profesionales y usuarios habituales de redes sociales.
Aunque el acto celebrado este viernes fue estrictamente militar, su simbolismo excede el ámbito castrense. En un país donde los gestos del liderazgo tienen una fuerte carga política, la imagen de Raúl Castro —aún sin ofrecer declaraciones— fue cuidadosamente proyectada. Para muchos, se trató de un mensaje de respaldo a la cúpula actual en momentos de desgaste institucional, marcada por decisiones cada vez más impopulares y una desconexión creciente con las demandas sociales.
Las redes sociales, uno de los pocos espacios de expresión ciudadana que subsisten en Cuba, han sido un termómetro visible del malestar. Las protestas digitales contra ETECSA, las denuncias sobre la crisis energética y los mensajes que cuestionan el rumbo económico del país, han coincidido con una reactivación del discurso oficial en torno a la disciplina, la lealtad y la seguridad interna. El ascenso del titular del MININT se inscribe dentro de esa narrativa, al destacar su papel en la “cohesión” del organismo en tiempos difíciles.
Raúl Castro, quien se retiró oficialmente del liderazgo político en 2021, conserva una influencia palpable dentro de los círculos de poder. Su reaparición se produce en un contexto en que muchas de las reformas prometidas permanecen estancadas o han generado efectos adversos, y donde los márgenes de tolerancia social parecen cada vez más estrechos.
Con un panorama económico adverso, un éxodo migratorio en ascenso y una ciudadanía cada vez más desencantada, la presencia del General de Ejército en este acto puede entenderse también como una respuesta preventiva: un recordatorio de que, pese a su edad y su retirada, su figura sigue siendo utilizada para reforzar la narrativa de continuidad en un momento donde la presión social va en aumento.
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