El reciente ataque verbal a un vendedor de comida en Palmdale, California, por exhibir una bandera mexicana no es un hecho aislado, sino otro ejemplo preocupante de cómo el racismo en Estados Unidos está alcanzando niveles cada vez más extremos y peligrosos. En un video que ha circulado ampliamente en redes sociales, una mujer amenaza con llamar a ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) al ver el símbolo patrio en el camión de comida de Oscar López, un ciudadano estadounidense nacido en este país.
“Regresa a México” y “es ilegal tener una bandera mexicana” fueron algunas de las frases que gritó la agresora, ignorando no solo la legalidad de la exhibición de símbolos culturales, sino también el hecho de que López no solo es estadounidense, sino que representa el rostro de miles de emprendedores que, con esfuerzo, intentan salir adelante. ¿Desde cuándo mostrar con orgullo una cultura es motivo de persecución?
El camión de comida Toxxico’s Go Go Go, recién reabierto por López junto a su esposa salvadoreña, fue escenario de este incidente que, lejos de ser anecdótico, pone en evidencia una atmósfera hostil que se ha vuelto habitual. “Yo soy una persona de paz”, dijo López, “y me gustaría que entendiera que si este es el país de la oportunidad, es la oportunidad de salir a trabajar”. Su testimonio refleja no solo la dignidad de quienes luchan cada día por una vida mejor, sino también el miedo que enfrentan por el simple hecho de sus orígenes o el aspecto de su bandera.
Estados Unidos se encuentra, una vez más, ante una encrucijada moral. El discurso de odio y las actitudes xenófobas no solo están normalizándose, se están saliendo de control. Cuando se amenaza a un trabajador por un símbolo cultural, no se trata solo de un ataque aislado, sino de un síntoma de una enfermedad social que continúa extendiéndose. No se puede hablar de igualdad ni de libertad mientras la intolerancia tenga tanto espacio para actuar impunemente.
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