¿Qué ocurre si las elecciones de 2024 en EE.UU. terminan en empate entre Kamala Harris y Donald Trump?

En las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, con los candidatos Kamala Harris y Donald Trump en una reñida contienda, el escenario de un empate en el Colegio Electoral no es imposible. De hecho, esta situación, en la que ambos candidatos obtendrían exactamente 269 votos electorales cada uno, podría ocurrir en función de ciertos resultados en estados clave. Aunque es improbable, los expertos advierten que, en caso de empate, el desenlace estaría determinado por un mecanismo que ha sido usado en raras ocasiones en la historia del país.

Según reporta CNN, el único empate registrado en una elección presidencial de Estados Unidos se produjo en 1800, cuando los candidatos Thomas Jefferson y Aaron Burr obtuvieron la misma cantidad de votos electorales. En aquella ocasión, el país vivió su primera «elección contingente», un proceso mediante el cual la Cámara de Representantes decidió el desenlace electoral. Esta compleja elección, que requirió de 36 rondas de votación, fue la razón por la cual se implementó posteriormente la 12ª Enmienda a la Constitución, destinada a evitar futuros empates. La enmienda establece que, si ningún candidato obtiene la mayoría en el Colegio Electoral, el nuevo Congreso debe asumir la responsabilidad de elegir al próximo presidente, mientras que el Senado debe seleccionar al vicepresidente.

En el contexto actual, un empate podría darse si Kamala Harris logra ganar en estados como Wisconsin, Michigan, Arizona y Nevada —todos los cuales fueron ganados por el presidente Biden en 2020—, pero pierde en Pensilvania y Georgia, lo cual resultaría en una paridad exacta de 269 votos para cada uno de los candidatos. Si esto ocurre, el próximo presidente sería seleccionado a través de una elección contingente, en la que cada delegación estatal en la Cámara de Representantes tiene un voto. Esto significa que, independientemente del tamaño poblacional de un estado, todos tienen el mismo peso en la votación, lo cual da una ventaja a los estados rurales y menos poblados en el proceso.

En la eventual elección contingente, un candidato necesita al menos 26 de los 50 votos de las delegaciones estatales para convertirse en presidente. En cuanto al Senado, en esta situación, cada senador vota individualmente para elegir al vicepresidente. Si la Cámara de Representantes no logra decidir al presidente antes del 20 de enero, fecha de la toma de posesión, el vicepresidente electo por el Senado asumiría el cargo presidencial de manera temporal. No obstante, si el Senado también falla en elegir un vicepresidente, la presidencia recaería temporalmente en el presidente de la Cámara de Representantes, según el plan de sucesión presidencial de la 20ª Enmienda.

Este sistema, que podría parecer extraño o arcaico, fue concebido en una época en la que los partidos políticos recién emergían en la escena política estadounidense. El Colegio Electoral estaba diseñado para garantizar que la elección del presidente no dependiera exclusivamente del voto popular, sino también de una representación equilibrada de los estados. Sin embargo, esta estructura ha sido objeto de críticas y de ajustes a lo largo de los años, y su implementación en caso de empate es vista por algunos como una prueba de la capacidad del sistema para gestionar una situación tan delicada.

Además, en esta elección, estados como Maine y Nebraska, que otorgan algunos de sus votos electorales en función de los resultados por distrito en lugar de un modelo de «el ganador se lo lleva todo», tienen un papel crucial en posibles escenarios de empate. Estos votos pueden ser decisivos en caso de un resultado ajustado, ya que incluso un solo voto electoral puede hacer la diferencia entre una mayoría y un empate.

A medida que avanzan las elecciones de 2024, las encuestas y las divisiones políticas indican que el país podría estar más dividido que nunca. Antes de la contienda, los republicanos controlaban 26 delegaciones estatales en la Cámara, frente a 22 de los demócratas, y dos estados estaban empatados. Si los republicanos logran mantener esta mayoría de delegaciones, sería un factor que inclinaría la balanza a su favor en una eventual elección contingente, dado que el voto de cada estado en la Cámara dependerá de su respectiva delegación.

CNN señala que, si bien no existe una norma constitucional que obligue a las delegaciones estatales a votar según los resultados populares de sus respectivos estados, este proceso podría generar controversias en caso de que un representante vote en contra de la preferencia de sus electores. Con esta estructura, cada estado tiene el poder de decidir por sí mismo a quién apoyar, independientemente de los resultados de las votaciones dentro del propio estado, lo cual añade una capa adicional de incertidumbre y posibles disputas.

La historia electoral de Estados Unidos muestra que han existido varias elecciones controversiales, como la de 1824, cuando ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría en el Colegio Electoral, lo que resultó en otra elección contingente. En esa ocasión, aunque Andrew Jackson había obtenido el mayor número de votos populares y electorales, la Cámara de Representantes eligió a John Quincy Adams. Y, aunque no fue una elección contingente, la elección de 1876 también fue conflictiva, con disputas en varios estados del sur sobre los votos electorales, lo que llevó a la creación de una comisión especial que finalmente otorgó la victoria a Rutherford B. Hayes.

El sistema de elección contingente es, en esencia, una medida destinada a manejar empates y divisiones profundas en el Colegio Electoral. Aunque rara vez se ha activado, su mera existencia asegura que Estados Unidos esté preparado para una transición de poder ordenada, incluso en los escenarios más inciertos.

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